NEUROCURRÍCULO: CIENCIAS SOCIALES Y LA NEUROEDUCACIÓN

POR: CRISTIAN ALEJANDRO BERNAL

Hoy más que nunca se escriben en rojo preguntas que despiertan el interés, y a su vez instan de manera clara y potencialmente significativa la comprensión de, ¿Cómo funciona el cerebro? ¿Cómo se logra configurar el cerebro a fines de obtener un aprendizaje significativo? ¿Es realmente importante aprender desde el aula como trabaja el cerebro de mis estudiantes? Estos interrogantes, además de mitos como el planteamiento de que el conocimiento del cerebro y de la mente ha sido creado específicamente para el estudio de los psicólogos y neurólogos, han permanecido durante décadas en la historia de la ciencia y la educación. Pero dentro de nuestra realidad, es necesario que docentes, padres de familia e incluso los mismos estudiantes sepan cómo funciona su propio cerebro. Por ejemplo, a un profesor de lenguaje le interesaría cómo se configura el cerebro de sus estudiantes al momento de hablar y poner en práctica el proceso lectoescritor o psicolingüístico.

Uno de los grandes retos que enfrenta la educación hoy pleno siglo XXI, son los cambios y las transformaciones en todos los aspectos en las que se ve involucrada nuestra vida cotidiana, estos avanzan a pasos agigantados cada vez mucho más rápido, si bien la educación avanza, no lo hace con el mismo ritmo. No obstante, las metodologías educativas no paran de incrementarse y mejorar con respecto a las del siglo pasado. Uno de los ejemplos más notables y de gran relevancia en nuestros días, es la neurodidáctica; conjunto de enseñanzas basadas en el funcionamiento cerebral. Por lo tanto, se expone el nuevo intento por materializar el deseo pedagógico de una formación integral desde el corazón del quehacer educativo, el neurocurrículo

Hasta este punto es más que necesario conocer qué es el Neurocurriculo, su propósito dentro del plan educativo. Poniendo en práctica una regla básica e infaltable en clases con estudiantes de bachillerato para explicar de manera clara y mucho más asertiva, es dividiendo los conceptos en dos; en este caso neuro y currículo; la palabra neuro que hace referencia al sistema nervioso, “neuronal”, o todo lo relacionado con la parte mental del ser humano, y currículo como componente teórico-práctico donde se articulan las normas, contenidos, métodos de apoyo y competencias, o como diría el Docente Reynaldo Mora Mora, “El currículo es el corazón del quehacer educativo”. En este orden de ideas, el neurocurriculo, componente fundamentado en los principios de la neurociencia, que pretende  aplicar dichos conocimientos para  la creación e implementación de estrategias y programas educativos, adaptando las estrategias pedagógicas y el entorno educativo para aprovechar al máximo las capacidades cognitivas y emocionales de los estudiantes, articulado de forma armónica con el contexto de cada estudiante, como lo dice el gran psicólogo ruso Lev Vygotsky, “El contexto social y cultural influye en el desarrollo de un individuo“, y en otra ocasión también planteó

Para nadie es un secreto que cada salón de clases, cada institución es un encuentro con la realidad, inmediatamente se marca una brecha entre la teoría y la práctica, la realidad del docente con la realidad de cada estudiante. Independientemente de cómo afecte o no a cada uno, el propósito educativo de querer cambiar las realidades de los individuos, siempre llevará la delantera. A estas alturas es bien conocido que nuestro territorio colombiano, ha sido manchado por la corrupción, el narcotráfico, la violencia, el conflicto armado y demás complicaciones de carácter sociopolítico, cómo la historia política del país, en el marco de las ciencias sociales, dichos problemas no han pasado, ni pasarán a un plano de imperceptibilidad. Es por eso, que todo docente comprometido con su rol y desempeño profesional, tiene la obligación de trabajar por un aula de clases donde estos escenarios no se repitan, y mejor aún, crear y dejar huellas de empatía, confianza, y sentido de pertenencia en sus estudiantes.

Es aquí donde el neurocurrículo articulado con las ciencias sociales, nace de la necesidad de querer conectar el sentido humano, sus habilidades socioemocionales para mejorar y estimular un proceso de enseñanza-aprendizaje asertivo, para la vida. Ciertamente es necesario trascender del concepto básico de la estructura del currículo ya declarado en el artículo 23 de la Ley General de la Educación (Ley 115 de 1994), que más allá de las nueve asignaturas obligatorias ofrecidas con relación al Proyecto Educativo Institucional (PEI), se les permita a los estudiantes aprender de manera integral.

Quizás hoy el tema de la salud mental es mucho más mencionado en los diferentes canales de radio, televisión y noticias en general, porque organismos internacionales como la ONU (Organización de Naciones Unidas)  y la OMS (Organización Mundial de la Salud), a través de sus análisis afirman que “Desde el el primer año de la pandemia por Covid-19, la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25%”, y “se estima que entre el 15% y 20% más de la población tiene un desarrollo neurológico diferente, siendo denominadas neurodivergentes” (Fundaciò factor humà, 2020, p. 2). De esta manera se reafirma la necesidad de docentes con una perspectiva totalmente diferente a lo tradicional, abiertos al cambio, dispuestos voluntariamente a aprender y a aprehender, desde la obtención y reproducción de nuevos conocimientos para que de esta forma sirvamos de soporte para las nuevas generaciones que necesitan de sus maestros.

Quizás el estudio de la neurociencia y la neuroeducación supongan para muchos un reto altamente complejo, pero en palabras de Edgar Morin, “…La forma de pensar compleja que se prolonga en forma de actuar compleja», aceptar los retos que supone la educación, lógicamente será primicia para el cambio.

Finalmente, me gustaría terminar para reflexionar con una frase que, al analizar desde el primer signo de interrogación hasta el último, se responden inmediatamente los primeros interrogantes con los que se inició este escrito, ¿“Si no sabemos cómo aprendemos, ¿cómo podríamos saber cómo enseñar?” Leo Rafael Reif, expresidente del MIT (2017).