[Editorial] Expectativas para lo que resta de 2024

En esta época del año en Colombia siempre surgen las conjeturas sobre lo que serán para el país las metas por cumplir en el año que transcurre y a lo primero que acuden los eruditos en la materia para consolidar su análisis, es el resultado de las últimas encuestas correspondientes al año anterior y les confieren especial importancia a las que señalan el desempleo como uno de los grandes problemas; el que de considerársele en ciertos círculos un asunto fácil de resolver, se ha convertido en servir de difusor  de la pobreza y a exigir la atención prioritaria del Estado, no necesariamente a través de las permanentes reformas tributarias de los últimos años.

Las últimas cifras sobre desempleo en Colombia conocidas recientemente, produjeron cierta incredulidad y originaron más de una controversia, dando lugar a incertidumbres y confusiones. 

Ahora se trata de saber si los recientes análisis del Dane son confiables, si el dogma aquel que afirmaba que el crecimiento económico siempre genera empleo y desarrollo social y si es necesario revisar el modelo económico del actual gobierno para lograr reducir la inequidad en la sociedad colombiana en el 2024; hay que reconocer los esfuerzos por combatir la violencia de todo orden, así como obtener logros en algunos rubros de la inversión social. 

Esa es la parte positiva del asunto, frente a ella, están las cifras que hablan de la reducción de más de 200.000 empleos durante los últimos dos años, del crecimiento de la informalidad y de la continuidad en la crisis que afecta el trabajo en el campo colombiano, lo que lo convierte en permanente traslado de mano de obra no calificada hacia las ciudades, como es el caso de Barranquilla.

Otros conceptúan que el aumento de la actividad económica significará en el 2024 más ingresos para el Estado, lo que se está reflejando en el incremento del gasto social del que nos han venido hablando últimamente, en medio de los escándalos de corrupción ampliamente conocidos por la ciudadanía. 

Estos son elementos básicos que seguramente prevalecerán en las discusiones que ocuparán a los colombianos en el presente año, discusión que tiene que ser superada, a partir de reconocer que algo no funciona como debería, por lo que se corre el peligro de aumentar las desigualdades, de generar mayores acumulaciones de riquezas en algunos sectores, mientras la gran mayoría de colombianos depende cada vez más de programas gubernamentales, porque parecen cerrarse las oportunidades que garantizan una sociedad más sana y equilibrada.

Es allí donde se pone de relieve la necesidad de revisar el modelo económico colombiano en lo que va corrido del presente año; porque no nos parece lógico que crezcan los mercados externos y la demanda agregada de las familias, mientras el empleo formal y estable disminuye.

Por eso esperamos que en 2024, se cumplan los deseos de muchos de nuestros lectores agobiados por el desempleo, el desplazamiento, el secuestro, el hambre, la falta de oportunidades para “vivir sabroso”, para estudiar y para forjarse una mejor existencia. 

Los colombianos en general como sociedad compartimos expectativas y metas en común para el presente año. 

Particularmente para el caso de los barranquilleros y atlanticenses, las perspectivas son positivas, aunque no se puede negar que en nuestro departamento existen algunos problemas por resolver, los que con toda seguridad estarán en la agenda de nuestros gobernantes Eduardo Verano De la Rosa y Alejandro Char Chaljub, quienes han iniciado con optimismo y serios compromisos sus administraciones.