Por GREGORIO TORREGROSA
Hasta hace muy poco, debo reconocerlo, estuve equivocado acerca de cuál hecho encarnaba el colmo del cinismo, al tener por cierto, que lo era, la máxima barranquillera que enseña que en dicho colmo se incurre cuando de manera, por demás injusta, se culpa a la cigüeña de lo que hizo la paloma; mensaje que con ingenio popular aparece labrado en una tablilla rústica, de colores fulgurantes, con la impronta marcada que evoca la autoría de un pintor de brocha gorda, y que yace todavía, inerme y vetusta, en un rincón extraviado en una de las paredes en la Tiendecita de Monchi Blanco, en el barrio Boston.
Sí, La Tiendecita, otrora templo de confianza y culto desmedido a la fe en la palabra empeñada, porque, en una especie de marca registrada, se tenía por costumbre que el pago de cada comensal, luego del consumo opíparo de picadas, chicharrones y pasteles, solo se regía por lo que este afirmara. Tan inédito como exótico proceder comercial, digno de una típica comarca macondiana, motivó a Ernesto McCauslad, epónimo hombre nuestro en materia de letras, a ocuparse del relato con cautivante soltura descriptiva en su columna habitual en El Heraldo, bajo el título El Arte de Confiar.
Pero luego de extraviarme adrede en vericuetos del alma, como antecede, es preciso retomar el hilo acerca de lo que hoy me lleva a la conclusión de ratificar el equívoco respecto al colmo del cinismo, el cual no es otro, como acontece con la cigüeña, que el pretender culpar, o por lo menos involucrar al presidente Petro y a uno de sus impolutos alfiles, como lo es Andrés Idárraga, en los hechos de corrupción acaecidos en la Unidad Nacional de Gestion del Riesgo, donde en un principio resultó seriamente comprometido su director Olmedo López y su curtido secuaz Sneyder Pinilla, en la adquisición de 40 carrotanques para el suministro de agua en la Guajira, con un sobrecosto de 20.000 millones de pesos.
Como nos tiene ya acostumbrado el señor presidente, tan pronto se produjo el escándalo, la destitución de los funcionarios no se hizo esperar, elevando la correspondiente denuncia ante la fiscalía; pero al tiempo reconociendo su responsabilidad por el nombramiento del funcionario Olmedo López, quien tiene sus orígenes en el partido Polo Democrático, mientras que el otro cómplice, en el clan de los Aguilar, una especie de Char en el departamento de Santander.
Pero el cinismo en referencia alcanza marca mayor cuando los implicados en el escándalo de los carrotanques denuncian que parte del botín lo compartieron con el presidente del Senado, Iván Name, en la suma $3.000 millones entregados a su intermediaria, Sandra Ortiz, consejera para las regiones, igualmente destituida de manera fulminante y sin meditaciones; y, con Andrés Calle, presidente de la Cámara, quien de acuerdo con la versión de Sneyder Pinilla recibió de manos de este la suma de $1.000 millones.
Pero el relato no cesa allí, pues al tiempo sostiene, este último, que dicha paga pecaminosa fue con el fin de obtener el respaldo de los votos de estos y, seguramente, el de otras cucarachas del mismo calabazo, en el trámite de las reformas que vienen tramitándose en el congreso como iniciativas del gobierno. En síntesis, lo que se pretende con la urdida trama es que tome cuerpo el absurdo cinismo de que el presidente tiene las manos, sino untadas, metidas en eso.
Y acto seguido, los cínicos mayores, representados en los medios de comunicación, han hecho caso omiso de lo sostenido por José Moreno Caballero, abogado de Olmedo López Martínez, en el sentido de que ni el señor presidente ni su hijo Nicolás harán parte de la matriz de colaboración dentro del principio de oportunidad que negocia con la fiscalía; lo que permite inferir la ausencia, respecto a ellos, de todo tipo de sindicación. No obstante, los activistas de siempre han emprendido ya su campaña de desinformación bajo el infundio de que el trámite de la reformas está contaminado con los dineros de la Ungrd.
Un simple análisis de la línea de tiempo entre los hechos donde se dieron los actos de corrupción con la compra de los 40 carros tanques y la época del trámite, por demás fallida, de la reforma a la salud, basta para verificar la magnitud del cinismo. Así, el 11 de octubre de 2023 se formalizó el acuerdo de compra con fecha de entrega un mes después, es decir el 23 de noviembre de 2023. No olvidemos que en el bajo mundo de la corrupción la cosa es como dice el proverbio: cayendo el muerto y soltando el llanto. Mientras que el trámite de la reforma a la salud se dio en el 2024, concretamente el día 3 de abril, fecha para la cual el señor Iván Name se regodeaba con su triunfo por haber logrado el entierro de la reforma.
Los $3.000 millones que recibió Name Vásquez nunca pudieron ser utilizados para lograr el trámite satisfactorio de la reforma, pues el individuo de marras ayudó fue a hundirla, y luego, el 13 de abril, en abierta protesta contra el presidente, suspendió la plenaria, acusando a este de injurioso y calumnioso.
Si alguna deficiencia ha demostrado tener este gobierno es su sobrada incompetencia para disputar cuerpo a cuerpo contra sus adversarios los espacios de poder; prueba de ello es la vergonzosa derrota en la puja por la rectoría de la Universidad Nacional. Pero sin ir más lejos, también tenemos en el patio nuestro el caso de la concejal del Pacto Histórico, Andrea Vargas De la Hoz, a quien de poco le ha servido el apoyo presidencial para meter en cintura, por las vías legales y administrativas, o al menos inspirar respeto, al presidente del concejo de Barranquilla, quien se ha burlado a placer negando la posesión respectiva, cuando en el año 2017, y frente a los mismos hechos (en el enredo judicial del concejal Recer Lee Pérez), sí accedió a la posesión en remplazo de este por Antonio Bohórquez, por vacancia temporal, otra clase de cinismo aún sin conjurar.