Barranquilla: Sumergida en Aguas Residuales Mientras Puerto Colombia Nada en Riqueza

El progreso económico brilla en Puerto Colombia, impulsado por la aprobación de Ciudad Mallorquín, un proyecto que promete llenar las arcas municipales. Sin embargo, este brillo oculta una realidad sombría: el aumento exponencial de aguas residuales que su vecina, Barranquilla, debe gestionar.

Ciudad Mallorquín es una promesa de riqueza para Puerto Colombia. Los impuestos de construcción y prediales llenarán sus arcas, pero a expensas de un problema creciente y poco visible. Cada mes, Barranquilla se ve inundada por un equivalente a 61 piscinas olímpicas llenas de excrementos, un recordatorio constante de su posición subordinada en esta relación asimétrica.

Mientras Puerto Colombia nada en plata, Barranquilla se ahoga en un río de desechos. Las aguas residuales fluyen sin cesar hacia su sistema de alcantarillado, amenazando con saturar sus capacidades de tratamiento y contaminar sus fuentes de agua locales.

El costo de esta desigualdad no es solo fiscal. El tratamiento inadecuado de las aguas residuales puede desencadenar desastres ambientales y propagar enfermedades entre la población. Barranquilla enfrenta la pesada carga de proteger su entorno y garantizar la salud de sus ciudadanos en medio de esta crisis.

Es hora de que las autoridades locales enfrenten esta injusticia con valentía y decisión. Se necesitan medidas urgentes para equilibrar la carga entre Puerto Colombia y Barranquilla, garantizando que el desarrollo económico no se logre a expensas del bienestar de la comunidad y el medio ambiente. La solidaridad entre municipios debe prevalecer sobre la codicia y la indiferencia.