REFLEXIONES SOBRE CURRÍCULO Y LEGISLACIÓN EDUCATIVA 

POR: NATALIA VILLA ECHAVEZ

La Ley 115 de 1994  establece los principios fundamentales de la educación en Colombia, como la gratuidad, la obligatoriedad y la calidad. El currículo educativo colombiano es flexible, abierto y diversificado, lo que permite adaptarlo a las necesidades de los estudiantes y del contexto social. Se busca la formación integral de los estudiantes, no solo en el ámbito académico, sino también en el personal, social y afectivo.

Se promueve la participación de la comunidad educativa en la elaboración e implementación del currículo.

Hay muchos aspectos que mejorar , vemos como la brecha entre la educación rural y urbana sigue siendo un problema significativo, la falta de recursos financieros limita la implementación efectiva del currículo en algunas instituciones educativas. Y también  la formación docente no siempre es suficiente para responder a las demandas del currículo actual. 

En mi opinión se debe  invertir en educación para mejorar la infraestructura educativa, la calidad de los docentes y la dotación de recursos, fortalecer la formación docente para que los docentes puedan responder a las demandas del currículo actual, promover la investigación educativa para generar conocimiento sobre cómo mejorar la calidad de la educación.

El docente Reynaldo Mora señala que con la promulgación de esta nueva ley se podria llevar a cabo la autonomía escolares en las instituciones educativas, pero todo siguió igual puesto que es reglamentario para estas hacer lo que dicte el ministerio de educación.

Una crítica común hacia la Ley 115 de 1994 es que, a pesar de establecer principios fundamentales para la educación en Colombia, la implementación efectiva de estos principios ha sido desigual en diferentes regiones del país. La falta de recursos, la burocracia y la corrupción han sido obstáculos que han dificultado la garantía de una educación de calidad y equitativa para todos los estudiantes.

Otra crítica importante es que, si bien la Ley 115 de 1994 promueve la flexibilidad curricular y supuestamente la autonomía de las instituciones educativas, en la práctica esta autonomía no siempre se traduce en una mejora significativa de la calidad educativa. Algunas instituciones pueden enfrentar dificultades para adaptar el currículo a las necesidades reales de los estudiantes, lo que puede resultar en una educación poco relevante y desconectada de la realidad.

Además, se ha cuestionado la efectividad de los mecanismos de evaluación y seguimiento establecidos en la Ley 115 de 1994 para asegurar la calidad de la educación en Colombia. La falta de sistemas de evaluación rigurosos y la ausencia de consecuencias claras para las instituciones que no cumplen con los estándares de calidad pueden limitar la capacidad de la ley para promover mejoras reales en el sistema educativo.

También es importante destacar  la insuficiente atención a la formación docente en la Ley 115 de 1994. 

Un cuerpo docente bien capacitado y motivado es esencial para ofrecer una educación de calidad, sin embargo, la ley no ha establecido mecanismos claros para garantizar la formación continua y el apoyo adecuado a los docentes, lo que puede impactar negativamente en la calidad de la enseñanza. Una crítica frecuente es la falta de actualización y adaptación a las necesidades y realidades cambiantes de la sociedad colombiana. Muchas veces, el currículo totalmente desactualizado frente a los avances tecnológicos, culturales y sociales, lo que puede resultar en una desconexión entre lo que se enseña en las aulas y lo que los estudiantes necesitan para desenvolverse en el mundo actual.

Otro aspecto del que quiero hablar es la rigidez y la falta de flexibilidad del currículo educativo colombiano. La estructura curricular puede limitar la capacidad de los docentes y las instituciones educativas para adaptar los contenidos y las metodologías de enseñanza a las necesidades específicas de los estudiantes, así como para fomentar el desarrollo de habilidades y competencias clave para el siglo XXI, como el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración y la resolución de problemas.

Además, se ha cuestionado la falta de coherencia y continuidad entre los diferentes niveles educativos en el currículo colombiano. La transición entre la educación básica, media y superior puede presentar brechas y discontinuidades que dificultan el proceso de aprendizaje de los estudiantes y la articulación efectiva de los contenidos y competencias a lo largo de su formación educativa.

La falta de enfoque en la educación integral y el desarrollo de competencias socioemocionales también ha sido objeto de críticas al currículo educativo colombiano. La educación no se puede reducir únicamente a la transmisión de conocimientos académicos, sino que también debe promover el desarrollo integral de los estudiantes, incluyendo aspectos emocionales, sociales y éticos que son fundamentales para su formación como ciudadanos íntegros y comprometidos con su entorno.

En resumen, si bien el currículo educativo colombiano tiene como objetivo proporcionar una formación integral a los estudiantes, enfrenta desafíos importantes en términos de pertinencia, flexibilidad, coherencia y enfoque en el desarrollo integral de los estudiantes. Es fundamental revisar y reformar el currículo para asegurar que responda a las necesidades y desafíos actuales de la sociedad colombiana, promoviendo una educación de calidad que prepare a los estudiantes para enfrentar con éxito los retos del siglo XXI. Este texto hace parte del Taller de Lectura y Escritura sobre Procesos Curriculares en la Universidad del Atlántico, en la Facultad de Ciencias de la a fin de establecer el diálogo entre currículo y legislación educativa (I-2024).