Por Orlando Andrade Gallardo
Ayer fue el día mundial del Trabajo, fecha declarada oficialmente por la Organización Internacional del Trabajo OIT, como reconocimiento a las labores que desempeña la clase trabajadora en los diferentes países para avanzar en el desarrollo económico y social de sus regiones. Es una fecha que debemos conmemorar todos los trabajadores y quienes diariamente luchan para lograr el bienestar y sustento de sus familias. Salimos a las calles en forma pacífica y organizada, evitando que desadaptados mancharan y mancillaran las movilizaciones que en muchas ocasiones son contratados por personajes siniestros enemigos de la paz, pero los colombianos los tenemos ubicados.
Es necesario desenmascarar a los enemigos del progreso que distorsionan las realidades y falseando los textos de los proyectos con mentiras perjudican a los trabajadores como ha sucedido con la reforma laboral y pensional; se inventan fatales consecuencias en caso de ser aprobado. Muchos de estos enemigos de la patria se esconden detrás de los muros del edificio del Congreso y con señales autoritarias exigen a sus corderos de bancadas que se retiren para que no haya quorum y las reformas se hundan. Otros con el autoritarismo sectario y prepotente cierran el Congreso por diez días, sin sacar las cuentas, cuánto le cuesta esta jugadita al país en salarios, según datos suman miles de millones de pesos, por eso y mucho más es necesario marchar.
El gobierno del cambio hay que apoyarlo para lograr la reivindicación de los derechos que tienen los trabajadores conseguidos con luchas incansables, es necesario cambiar las obsoletas normas laborales, pensional y la salud. En Colombia se acabaron los sindicatos con la política neoliberal de privatización y las organizaciones sindicales que subsisten es poco lo que pueden lograr con las ventajas que tienen los patrones cuando solicitan que se respeten sus derechos. Desde más de un siglo los trabajadores luchan por sus reivindicaciones laborales y lo que han logrado es con sacrificios, derramamiento de sangre, privación de sus libertades y señalamientos de sus patrones y autoridades que no permiten que avancen en sus peticiones. Los abusos que cometen los dueños de capitales que someten a sus trabajadores a extensas horas de trabajo, ambiente insoluble y malos tratos, bajo las amenazas de despedirlo si protesta, es la constante de muchas empresas. En el pasado reciente los trabajadores se cobijaban con normas que protegían sus derechos, reconociendo horas extras después de laborar más de ocho horas al igual los domingos y feriados, pagos de primas por tiempo de servicio, y en el 2002 fueron cercenados de un plumazo y desde que se emitió la ley los trabajadores dejaron de recibir más de 40 billones de pesos por concepto de trabajo extra. El derecho a la educación para capacitarse al personal interesado a superarse les otorgaban becas en universidades y corporaciones, en el mismo periodo y año de gobierno, fue cancelado el beneficio. La alternativa que tenían los trabajadores para reivindicarse era los sindicatos, pero con el neoliberalismo implantado por el gobierno del hoy presidente del liberalismo, los sindicatos fueron atomizados y no hay forma de apoyo, sino acudir a las protestas callejeras, pero la fuerza pública en ocasiones las reprime.
Por las condiciones tan paupérrima como se encuentran los trabajadores en muchos países, las Naciones Unidas, en reuniones extraordinarias ha declarado que para el año 2030 tiene como objetivo que haya empleo productivo y pleno, que el trabajo sea digno y decente para hombres y mujeres, los analistas laborales consideran que Colombia está lejos de este propósito que predica las ONU. El empleo digno tiene un gran componente social, debe ser una actividad bien remunerada, estable y existir respeto con el trabajador, y los empresarios no tienen la capacidad de cumplirle. Los compromisos contractuales en el país se cumplen en las áreas urbanas el 20% y las rurales escasamente el 10%, el anhelo de los trabajadores en Colombia es el buen trato, salarios justos con los beneficios consignados en las reformas presentadas al Congreso. Los colombianos no aceptamos un gobierno paternalista que trate de solucionar los problemas de hambre y otras necesidades con subsidios, se requiere es empleo o capitales semilla para fomentar la microempresa y no vivir de la mendicidad del Estado.