POR: SIRLIS PAOLA BARRAZA ORTIZ
El futuro de un país se encuentra en la educación, ya sea a un nivel formal o informal, la formación de las personas para llegar a ser ciudadanos es primordial para el camino hacia el progreso de la sociedad. El enseñar no se limita solo a impartir contenidos conceptuales de alguna asignatura si no que es la transmisión de conocimientos culturales, históricos, morales y éticos que nos han convertido en el conjunto de individuos que somos el día de hoy. Al estudiarse el pasado podemos evitar cometer los mismos errores, el no repetir ciertos patrones nos permite que en el presente se pueda proponer alguna mejora e ir actualizándola conforme avance el tiempo porque la sociedad no es estática, esta va mutando y evolucionando por ende todo conocimiento o ley debe ir adaptándose con el fin de lograr una mejora que busque el bien común.
En el contexto colombiano, hace 30 años, se creó la Ley General de Educación que buscaba solventar las falencias que existían en la educación colombiana, estableciéndose así la Ley 115 de 1994, la norma mas importante del sistema educativo porque en palabras del autor Reynaldo Mora: “Representa, mejor que cualquier otra, lo que es la formación, su categoría emblemática, porque desde ella se pone en escena el mundo escolar; en tal sentido, hay que destacar la construcción de este mundo dialogante con el mundo de la sociedad y sus problemáticas, en especial, las de su entorno”. Fue un antes y un después en la historia de Colombia, mejoró el sistema educativo y trajo consigo un nuevo objetivo para todas las instituciones educativas del país, la cual es formar ciudadanos.
La Ley General de Educación nos presenta 222 artículos que invocan este ideal, es esperanzadora y nos brinda muchos procedimientos para lograr tal fin porque Colombia es un país que lo necesita, el poseer ciudadanos con conciencia social y una mentalidad critica permitiría disminuir la desigualdad que existe porque ya no habría un diálogo disparejo si no que sería un debate donde todos los participantes estarían contextualizados y preparados para llevar a cabo esa conversación, ninguno podría estar desconectado de la realidad y solo de esta forma se podrían llegar a la toma de decisiones más acertada para todos, Mora nos dice: “Toda una arquitectura de redes de conceptos permiten la apropiación conceptual por parte de educadores, como el de currículo, lo que refleja vías y procedimientos para desarrollar y fortalecer la Formación Integral critica, como un insumo vital para la sociedad, porque también conduce al canal principal, que es la formación de buenos ciudadanos”.
El autor nos plantea que el currículo, el corazón del sistema educativo, es donde se ve reflejada el fin de la Ley, busca brindarle respuesta al docente sobre que debe enseñar para la vida, es inculcar un conocimiento que por medio del proceso de enseñanza-aprendizaje, el estudiante logre llegar a un aprendizaje significativo porque se apropió de estos saberes y es capaz de aplicarlo a su realidad, que una vez se encuentren un dilema ético, su formación como buenos ciudadanos les permitirá tomar la decisión más acertada y coherente. Nos explica Mora: “Estos dilemas curriculares enfrentan la elección entre, por ejemplo, la solidaridad y el interés personal.
Se trata de una decisión autónoma, de plantear cuestiones fundamentales sobre el individualismo y el bien común. Esta tensión plantea deberes y preguntas profundas sobre la lealtad y la responsabilidad personal, por ejemplo”. Estas situaciones trascienden a los espacios institucionales, es una enseñanza moral que posibilitará una formación integral a nuestros discentes poseerán una altura intelectual como así también una altura moral donde el contexto no es solo un escenario ajeno a nuestra realidad, sino que son nuestras vivencias y lo que nos permite ser las personas que somos hoy en día. Sin embargo, a pesar de lo maravilloso que esto puede sonar, Colombia se caracteriza por tener una alta tasa de corrupción que limita constantemente cualquier avance de cambio y uno de los sectores más afectados es el de la educación donde se limita los procesos de construcción curriculares, alejando una vez más a los estudiantes de la posibilidad de ser educados de una manera coherente y conectada con sus realidades, las IE solo desean los resultados que puedan obtener de las pruebas de estado porque esto se refleja en ingresos y prestigio. Los ideales y los conceptos que nos brinda esta norma nos hacen sentir una alegría momentánea y la ilusión de que el país va encaminado hacia lo correcto pero los resultados han sido poco porque las ideas principales no se han concretado, como, por ejemplo, la autonomía escolar o la reflexión propia. Lo crucial es que pone de manifiesto muchas deficiencias del sistema educativo colombiano anterior a 1994.
Según las palabras de Reynaldo Mora: “Son 222 artículos que invocan este ideal, espigados de la experiencia de la comunidad académica del campo intelectual de la educación, con toda una abundante normativa para los procesos organizacionales de los niveles de preescolar hasta la media: sin duda, esta norma tiene su profundidad en establecer marcos de participación (elección del personero estudiantil, por ejemplo), lo que ha adquirido una trascendencia que en cualquier caso ya es bastante frente a la normativa del pasado”.
Toda persona que vaya a brindar educación o este adquiriéndola, tiene que leer la Ley para que así sea consciente de la calidad que tiene derecho a recibir en su formación educativa, por parte de los docentes existe el deber de formar a nuestros estudiantes de una manera multifacética, ofreciendo saberes amplios y esenciales para su desarrollo integral. Además de impartir conocimientos, se debe fomentar el pensamiento crítico, inculcar valores éticos y morales, estimular la creatividad, brindar apoyo emocional y adaptar su enseñanza a las necesidades individuales de cada estudiante.
Este compromiso va más allá de la enseñanza académica, abarcando aspectos cognitivos, emocionales y éticos que contribuyen al crecimiento integral de los alumnos. La culminación del crecimiento personal de los estudiantes marca un hito crucial en su desarrollo educativo. Este momento representa el logro de un equilibrio entre el desarrollo académico, emocional, social y ético de los estudiantes. Es el resultado de un proceso continuo en el que los educadores han trabajado arduamente para proporcionar experiencias de aprendizaje significativas y oportunidades de crecimiento individual. Al alcanzar esta etapa, los estudiantes han adquirido no solo conocimientos y habilidades académicas, sino también una comprensión más profunda de sí mismos, de los demás y del mundo que los rodea. Es un punto de partida para su trayectoria futura, donde pueden aplicar sus aprendizajes de manera significativa y contribuir de manera positiva a la sociedad.
En conclusión, al desarrollar ciudadanos más capacitados y conscientes, se fomentaría una participación cívica más activa y comprometida. Estos individuos estarían mejor equipados para abordar los desafíos sociales y contribuir al desarrollo sostenible del país porque serian ciudadanos más empáticos y tolerantes, que promueven el respeto por la diversidad y la inclusión social. Esto crearía un entorno más armonioso y pacífico, donde los ciudadanos puedan convivir de manera respetuosa y colaborativa.
Este texto hace parte de los Talleres de Lectura y Escritura en Procesos Curriculares abordando los 30 años de la Ley General de Educación con los estudiantes de licenciatura en ciencias sociales de la Universidad del Atlántico (I-2024).