Misofonía: Cuando hasta oír masticar “saca de quicio”

A diferencia de la hiperacusia, que es una alta sensibilidad al sonido, en esta condición el paciente tiene una mala tolerancia a algunos sonidos concretos, los cuales le generan ansiedad, enfado y hasta pensamientos violentos.

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

Es casi que normal experimentar algún tipo de molestia ante sonidos como chillidos agudos, el chirrido de las uñas sobre vidrio o la caída de un elemento de metal, debido a su alta frecuencia y desagrado auditivo. Sin embargo, ¿te has imaginado cómo sería vivir con una intolerancia extrema hacia ruidos cotidianos como alguien sorbiendo su bebida o incluso masticando?
Esto es exactamente lo que experimentan las personas que padecen de misofonía, a quienes estos sonidos les pueden generar una respuesta incontrolable, llevándolas a sufrir reacciones que van desde irritación excesiva, hasta la necesidad de atacar o huir de la fuente sonora.
De acuerdo con el psicólogo clínico y profesor del Departamento de Psiquiatría y Neurociencia de la Universidad de Duke, Estados Unidos, Zachary Rosenthal, las personas con este trastorno no necesariamente tienen algún tipo de rencor, sino que experimentan una amplia gama de emociones, y responden con un comportamiento emocional, cognitivo y fisiológico que sucede casi automáticamente y no pueden controlar.
Esta alteración no debe ser confundida con la hiperacusia, que sería una alta sensibilidad al sonido, pero siempre de forma general, a todos los ruidos; la misofonía es todo lo contrario. En esta, el paciente tiene una mala tolerancia de algunos sonidos concretos, que no van a depender del volumen de los mismos ni de las características.
El trastorno de la misofonía plantea un enigma intrigante, ya que se sospecha que su origen no reside en la estructura del oído, sino en el complejo funcionamiento del sistema nervioso central al interpretar dichos sonidos.
Una de las teorías sugiere que la causa subyacente podría estar relacionada con la asociación emocional que los pacientes establecen con ciertos ruidos, a menudo vinculada a experiencias traumáticas de la infancia o a situaciones estresantes que se han arraigado profundamente en su psique.


Algunos expertos aseguran que la aversión a estos sonidos suele ser más intensa si son producidos por personas cercanas o familiares.
Padecer este trastorno puede llegar a ser una montaña rusa de emociones. Uno de los aspectos más destacados que experimentan las personas es la sensación de irritación, pensamientos violentos o enfado intenso que surge al escuchar sonidos específicos, entre los que también se encuentra la respiración fuerte, el llanto de un bebé y llamadas telefónicas, desencadenando una reacción desproporcionada.
Otros compañeros constantes de los pacientes con misofonía son: la ansiedad, generada por el pensamiento de no encontrarse en situaciones donde estos sonidos puedan ocurrir; la evitación, incluso de querer compartir con otras personas, reacciones involuntarias y una respuesta física como tensión muscular, aumento del ritmo cardíaco o sudoración.
El tratamiento para este trastorno presenta desafíos debido a la falta de un enfoque único que funcione para todos. Sin embargo, existen diversas estrategias y terapias que pueden ayudar a manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida de las personas.
Entre las opciones de tratamiento se encuentra la terapia de sonido, donde se utiliza ruido blanco o música para enmascarar los sonidos desencadenantes. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es otra herramienta efectiva, debido a que ayuda a las personas a modificar sus respuestas emocionales, enseñándoles a manejar el estrés y sus pensamientos.
El entrenamiento en técnicas de relajación y manejo del estrés, como la meditación y la respiración profunda, también puede ser beneficioso. Otra de las recomendaciones es buscar ayuda profesional que pueda proporcionar orientación para enfrentar los desafíos cotidianos del trastorno.
En situaciones desencadenantes, como lo es encontrarse en un ascensor o incluso en un autobús, se recomienda el uso de tapones para los oídos o auriculares con cancelación de ruido. Aunque no existen medicamentos específicos para la misofonía, en ciertos casos se pueden recetar fármacos que ayuden a tratar síntomas asociados como ansiedad o depresión.
Es común que quienes no conocen de esta condición o no saben que alguien la padece, terminen etiquetando a la persona como un ser poco empático o irritable. Por ello, aumentar la conciencia sobre este trastorno promueve un ambiente más inclusivo en la sociedad en general y fomenta una mayor empatía hacia quienes enfrentan los retos del día a día.