Sumo pontífice llama a una «diplomacia de la cultura» para contrarrestar la inercia ante la crisis mundial.
En una declaración contundente, el Papa Francisco ha hecho un llamado urgente a la acción frente a lo que describió como un «peligroso conflicto global a pedazos», instando a no permanecer «inertes» frente a esta crisis que amenaza la estabilidad mundial. Sus palabras resonaron durante su encuentro con los miembros del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, donde enfatizó la necesidad de adoptar una «diplomacia de la cultura» como respuesta a los desafíos actuales.
El Sumo Pontífice advirtió sobre la urgencia de una acción coordinada y concertada, afirmando que «no podemos asistir inertes» ante la fracturación del orden mundial. Enfatizó la importancia de una colaboración global, alimentada por el intercambio y el diálogo entre investigadores de diversas culturas y religiones. En este contexto, el Papa subrayó la relevancia de abrir horizontes de diálogo a través del continuo trabajo de investigación histórica.
Durante su intervención, Francisco destacó la importancia de una escucha desprovista de ideologías, señalando que «las ideologías matan». Hizo un llamado a la comunidad académica a contribuir al diálogo entre la Iglesia y el mundo contemporáneo, promoviendo un enfoque respetuoso de la verdad y la diversidad cultural. En este sentido, el Papa instó a los presentes a rechazar la incivilidad del enfrentamiento, que se alimenta de la autorreferencialidad individualista y la afirmación ideológica del propio punto de vista.
El Papa Francisco reiteró el compromiso de la Iglesia de ser un agente de cambio positivo en medio de la diversidad cultural, enfatizando que la Iglesia no está ligada a ninguna cultura en particular, sino que busca enriquecer cada cultura con el mensaje del Evangelio. Destacó la importancia de construir una «civilización del encuentro», basada en el respeto mutuo y la colaboración constructiva entre diferentes culturas y religiones.
En resumen, las palabras del Papa Francisco resuenan como un llamado a la acción ante los desafíos globales que enfrenta la humanidad en la actualidad. Su llamado a adoptar una «diplomacia de la cultura» y a rechazar la inercia ante el conflicto global refleja la urgencia de una respuesta colectiva y solidaria para construir un mundo más justo y pacífico.