Qué paradoja, la persistencia de los grupos delincuenciales de atentar contra la tranquilidad ciudadana está logrando unir a los barranquilleros para combatirlos, no solamente con el accionar directo de la fuerza pública sino también a través de la información oportuna, que con el paso del tiempo se está convirtiendo en un arma cada día más poderosa.
Los delincuentes comunes no pierden oportunidad para actuar, pero igual saben que en cualquier momento pueden caer y es muy probable que sean quienes están a su alrededor, los encargados de denunciarlos e impedir que sigan cometiendo sus fechorías.
De ahí lo importante que la ciudadanía se organice para protegerse de todos aquellos que la amenazan, implementando la conformación de los llamados Frentes de Seguridad con la coordinación de la Policía.
Esta experiencia que ha dado ciertos resultados en Barranquilla como ciudad víctima de la violencia en sus calles, sería un buen ejemplo para tener en cuenta en el ejercicio que se viene adelantando en algunos otros sectores.
No será, por supuesto, un mecanismo como este el que ofrezca la totalidad de las herramientas para poner punto final a una situación que todavía está lejos de ser controlada plenamente; pero sí será un paso significativo en la dirección correcta, para contrarrestar la arremetida de los delincuentes comunes.
Para frenar casos concretos relacionados con las bandas delincuenciales que se desplazan por todos los rincones de nuestra urbe y su Area Metropolitana; pero también para abordar la temática de la resocialización, así como la generación de ideas y espacios para que quienes delinquen retomen el camino correcto.
Claro está que este fenómeno no es de ahora; los enfrentamientos entre estas bandas delincuenciales, conocidas como pandillas, la presencia de delincuentes extranjeros y las pugnas por el control del expendio de drogas, son hechos inocultables en nuestra ciudad.
En muchos barrios de Barranquilla y de Soledad persisten desde hace muchos años estos enfrentamientos, sin que se haya realizado una intervención real, no sólo para controlarlas en materia de orden público, sino para desintegrar esas redes delincuenciales.
Desde hace muchos años en LA LIBERTAD hemos llamado la atención, respecto al cada día más notorio incremento de los grupos delincuenciales.
Hay zonas de Barranquilla en las que reconocidas organizaciones criminales tienen su centro de operaciones; los lamentables insucesos que siguen ocurriendo en la urbe y su área metropolitana, en los que pierden la vida muchas personas a manos de delincuentes, confirman que el atraco callejero sigue siendo la otra pandemia de los barranquilleros.
Se trata del delito que más impacta al ciudadano “de a pie”, presa fácil de organizaciones delictivas que se han especializado en el hurto a mano armada.
Más allá de las circunstancias que rodean estos hechos delictivos, no deja de sorprender la forma como últimamente actúan los antisociales: en gavilla, armados de piedras, garrotes y armas de fuego de grueso calibre. Así reducen a sus víctimas para despojarlo de todo lo que lleva consigo, y en muchas veces hasta quitarle la vida.
De ninguna manera queremos estigmatizar a una comunidad en particular, pero sí alertar a las autoridades a fin de que impidan que muchas zonas de Barranquilla se conviertan en zonas vedadas para los delincuentes.