Por Orlando Andrade Gallardo
En el proceso de discusión y hundimiento de la reforma a la salud en el Congreso se presentaron controversias insulsas y cargadas de revanchismos contra el ejecutivo por sus antecedentes como senador, por haber destapado muchas ollas podridas en los debates de control político. Es triste afirmar que los legisladores de la oposición no tuvieron en cuenta a la población al desaprobar una ley tan importante para el país, y fueron más fuerte las rencillas y disputas que el bienestar social de los colombianos. No es nuevo afirmar que los servicios de salud requieren una reestructuración a fondo para evitar que unos pocos se aprovechen de algo tan sagrado como es la salud de las personas. Los últimos acontecimientos que levantaron ampolla en la oposición, fue la intervención por parte del gobierno de las dos entidades prestadoras de salud más grandes con el 50% de los afiliados. Otro hecho que respaldó la reforma a la salud, fue la solicitud de varias EPS para que la superintendencia las intervenga, demostrando los beneficios del proyecto. Por los medios de comunicación que controla la oposición critican con severidad al gobierno con discursos trasnochados señalando que el presidente quiere apoderarse del país decretando una constituyente es propio de perdedores y pataleta de ahogado. Para conocimiento público quienes tienen la potestad para la convocatoria de esta figura jurídico-democrática es el pueblo, y se congregan cuando las instituciones no cumplen con sus funciones y en este caso el Congreso, por ausentismo parlamentario y su presidente lo cierra por diez días y no pasa nada.
De toda esta película de terror y pánico montada por los de siempre, que ganaron la curul de pura chiripa, son los mayores protagonistas y es posible que estén untados con las mermeladas que entregan los privados para que los defiendan. El señalamiento de la ex ministra de Salud sobre los nueve billones de pesos entregados en su administración y no tienen soporte de gastos, requiere una investigación a fondo. ¿Qué se hicieron esos dineros? Algunos organismos de control con excepción de la Procuraduría, que todavía recibe órdenes del anterior gobierno manifiestan que fueron para financiar campañas políticas de congresistas, de ahí surge otra pregunta. ¿Qué sucedería si hay evidencias que los congresistas que votaron contra la reforma de la salud recibieren dinero de las EPS? Las investigaciones sobre el destino de esos recursos deben direccionarse con mucha transparencia para saber a qué atenernos los colombianos. En el gobierno anterior se incluyó en el Plan Nacional de Desarrollo la norma conocida como ‘Ley de Punto Final’ que tenía como objetivo revisar las deudas económicas y establecer los mecanismos para definir los procedimientos y cancelarlas, como punto final. En esa época la deuda era de 10 billones de pesos y actualmente llegan a 25 billones dejando en claro que de nada sirvió dicha norma. El propósito era poner punto final a la cartera morosa y garantizar un flujo de caja a toda la cadena del sistema, pero no funcionó y la deuda se triplicó, demostrándose que el problema no se soluciona con pañitos de agua tibia, sino con una reforma estructural. Los expertos consideran que invertir en la salud es viable y rentable, siempre que sean administradas con responsabilidad y sin ventajismo para evitar problemas. Muchas clínicas privadas surgieron del emprendimiento de médicos que invirtieron y fueron muy rentables, al pasar a la siguiente generación quebraron por diferentes razones. El otro problema central es la poca o nada atención que les prestan al material humano, el presidente del colegio colombiano de medicina afirma que el 75% de los médicos subsisten en condiciones laborales precarias y de cada cuatro profesionales tres no tienen un ambiente laboral digno. Una de las mayores preocupaciones es la baja remuneración que no se compadece en la inversión de su profesión, en estos momentos para lograr retornar la inversión se requieren más de 15 años, cuando estudian en instituciones del Estado y 25 en las privadas. Es necesario que en los planes de desarrollo se decanten reglas claras sobre el talento humano para no atropellar a los profesionales de la salud que la ley 100 prácticamente los condenó a pasar hambre. A todo esto agregamos los médicos contratados sufren del acoso laboral de cumplir con la atención de clientes (pacientes) con un máximo de diez minutos de cualquier patología y recetar los medicamentos que los directivos de las EPS establezcan en su dictado. ¿Será que es el modelo que favorece a los colombianos? preguntémosle a los senadores que enterraron la reforma.