POR: CAMILO ANDRÉS VILLALBA GUTIÉRREZ
Nuestro sistema educativo aún enfrenta desafíos importantes en cuanto a calidad, equidad y recursos financieros. La implementación efectiva de reformas continuas y el compromiso con la mejora continua son cruciales para abordar estos desafíos. Especialmente por su enfoque en la formación y la construcción de un diálogo entre la escuela y la sociedad. Debemos resaltar la creación de conceptos complejos como el currículo y la autonomía escolar, así como la necesidad de contextualizar la educación para abordar las realidades locales y regionales respectivamente.
Cabe destacar, la suma importancia de contextualizar la educación radica en varios aspectos clave que contribuyen al proceso de aprendizaje efectivo y significativo. La contextualización permite a los estudiantes comprender mejor los conceptos y habilidades al ver cómo se aplican en situaciones reales. Al relacionar el contenido con ejemplos concretos y casos prácticos, los estudiantes pueden desarrollar una comprensión más profunda y duradera. En ella se reconoce y valora la diversidad de experiencias y perspectivas en el aula. Al integrar diferentes contextos culturales, sociales y económicos en el currículo, se pueden crear entornos de aprendizaje más inclusivos que respeten y celebren la diversidad.
Pero, debemos criticar la intervención excesiva del Ministerio de Educación en los procesos curriculares, que aleja a las instituciones educativas de sus contextos y limita la autonomía escolar.
A pesar de sus ideales, se señala que la ley no ha logrado materializar completamente sus objetivos, como la autonomía escolar.
“El problema es la perversa intervención permanente de los sacerdotes oficiales del Ministerio de Educación en los procesos de construcción curriculares, alejándolos de sus realidades y violentando la autonomía escolar”, Mora, R., A propósito de la Ley General de Educación, marzo-2024. 2a, Diario la Libertad.
Debemos plantear la necesidad de revisar y actualizar un nuevo Código de Educación que aborde los desafíos actuales, incluyendo la creación de Diálogos Curriculares Regionales para reflejar las realidades locales y garantizar una mayor representación e inclusión educativa. Se enfatiza en la importancia de visibilizar y atender las demandas de las diversas regiones en la legislación educativa. Las diversas regiones en un sistema educativo son importantes porque reflejan la diversidad cultural, socioeconómica y geográfica de una sociedad, y afectan directamente la calidad, equidad y accesibilidad de la educación para todos los estudiantes. Es fundamental que el sistema educativo reconozca estas diferencias y trabaje para abordar las necesidades específicas de cada región con el fin de garantizar una educación de calidad y equitativa para todos.
Sin embargo, hay que reflexionar sobre los treinta años de vigencia de la Ley 115 de 1994, destacando su importancia como marco normativo fundamental para la educación en Colombia.
Se resalta la necesidad de entender el espíritu y los principios rectores de la ley, que abordan temas como la calidad educativa y la formación integral, así como la tensión entre los diversos actores responsables de la educación según la Constitución de 1991.
Donde la calidad educativa y la formación integral son dos aspectos esenciales de cualquier sistema educativo efectivo. La calidad educativa se asegura de que se brinde una educación de alto nivel, mientras que la formación integral se preocupa por el desarrollo integral de los estudiantes en todas las áreas de sus vidas. Ambos conceptos trabajan en conjunto para garantizar que los estudiantes obtengan una educación de calidad que los prepare para ser ciudadanos responsables y exitosos en el mundo actual.
Se critica también la falta de cumplimiento de los ideales de la ley, como la formación de buenos ciudadanos y la autonomía escolar, señalando que las instituciones educativas siguen priorizando las pruebas estatales en lugar de adaptarse a las necesidades sociales y contextuales. Se sugiere una revisión y reconfiguración de la ley, enfocada en promover una educación más pertinente y conectada con la realidad social, otorgando mayor autonomía a las instituciones educativas y fomentando una mayor integración entre la escuela y el entorno cultural y social.
La Ley 115 de 1994 ha establecido una sólida tradición de participación democrática y pedagógica en las instituciones educativas durante sus 30 años de existencia.
Inspirada en los postulados participativos de la Constitución Política de 1991, esta normativa ha sido fundamental en la organización y desarrollo de la educación, abarcando desde el nivel preescolar hasta la media. La ley promueve la participación de la comunidad académica, destacando la elección de representantes estudiantiles como ejemplo de su profundo compromiso con este valor.
Claramente, esta participación, considerada el corazón de la Ley General de Educación, impregna cada aspecto de la vida escolar, desde la elección de autoridades hasta la relación entre docentes y estudiantes. Este enfoque participativo no solo busca formar buenos ciudadanos, sino también fomentar una profunda reflexión ética a través del currículo educativo. Los dilemas éticos planteados en el aula, como la solidaridad versus el interés personal, desafían tanto a docentes como a estudiantes a tomar decisiones autónomas que trasciendan las circunstancias individuales.
De tal manera, para fomentar la autonomía en la educación, los educadores pueden adoptar enfoques pedagógicos como el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje cooperativo, el aprendizaje experiencial y el aprendizaje autodirigido. Estos enfoques proporcionan a los estudiantes la oportunidad de explorar sus intereses, trabajar de manera colaborativa, participar en actividades prácticas y tomar decisiones sobre su propio aprendizaje, lo que contribuye a su desarrollo integral y su éxito académico.
También, se debe tener presente incorporar valores constitucionales en la nueva Ley Estatutaria de la Educación, que represente un legado para las futuras generaciones. Esta normativa debe ser un universo cultural formativo que promueva la comprensión del otro y fomente la vida buena y digna. Se espera que esta nueva ley reconozca al maestro como un artista, capaz de crear formas innovadoras de enseñanza que inspiren a los estudiantes a ver el mundo de manera diferente y los lleve a un cambio personal y social significativo. Algunos podrían argumentar que la labor del maestro comparte similitudes con el arte. La enseñanza implica un elemento creativo, la habilidad para comunicar conceptos de manera efectiva, adaptarse a las necesidades individuales de los alumnos y motivarlos.
Similar a un artista visual o músico, un maestro planifica sus lecciones meticulosamente, presenta el material de manera interesante y ajusta su enfoque según las respuestas de los estudiantes. Además, los maestros a menudo deben improvisar y encontrar soluciones creativas a los desafíos en el aula. Por tanto, se puede considerar la enseñanza como una forma de arte donde los maestros utilizan sus habilidades y experiencia para crear experiencias de aprendizaje enriquecedoras y significativas para sus alumnos.
La Ley General de Educación y la futura Ley Estatutaria deben enfocarse en la formación integral de buenos ciudadanos a través de la participación activa, la reflexión ética y la promoción de valores morales, proporcionando así un marco sólido para la regeneración ética de nuestra sociedad. Este texto hace parte del ejercicio semanal con estudiantes de licenciatura en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad, con el fin de desarrollar y fortalecer procesos de lectura y escritura en procesos curriculares (I-2024).