La persistencia del movimiento suriano y de su jefe, Emiliano Zapata, se explican en parte porque encarnaban la resistencia de una lucha centenaria de pueblos y comunidades, afirma el historiador Felipe Arturo Ávila
De los tantos crímenes de Estado cometidos en el mundo -a los que América Latina no es ni puede ser ajena- en el día de hoy, 10 de abril, se destaca el del caudillo mexicano Emiliano Zapata, en 1919.
Su muerte tuvo lugar en la Hacienda Chinameca, en Morelos, según señalan los historiadores en una emboscada preparada por el oficial del ejército Jesús Guajardo, plan elaborado por el General Pablo González y el propio presidente, Venustiano Carranza.
-Zapata fue asesinado el 10 de abril de 1919 en la hacienda de Chinameca, Morelos, en una emboscada preparada por Jesús Guajardo, oficial del ejército carrancista bajo las órdenes de Pablo González. El plan comenzó a fraguarse un mes atrás. Fue un asesinato de Estado, decidido y llevado a cabo desde el más alto nivel del gobierno mexicano, orquestado por el general González y del que el presidente Venustiano Carranza estuvo enterado- señala Felipe Arturo Ávila en el portal https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/por-que-fue-asesinado-emiliano-zapata

Entre 1911 y 1919, este caudillo dirigió un movimiento irreductible -conocido como El Ejército Liberador del Sur. que se enfrentó de manera valiente y decidida a los gobiernos de Victoriano Huertas y al final, de Venustiano Carranza.
Conocido como El Caudillo del Sur, Zapata nació en Anenecuilco, estado de Morelos, se reveló contra los hacendados azucareros en 1909, organizando una Junta de Defensa, para conseguir que la tierra fuera repartida entre los campesinos, y reducir el desnivel económico existente entre los riquísimos terratenientes y la pobreza extrema de los campesinos.
En 1909, siendo elegido presidente del Consejo Regente de Anenecuilco participó en todas las reuniones en Villa de Ayala,. que llevaron al plan de ese nombre cuyo lema definitivo era Tierra y Libertad.
Desde luego que todo esto tendría una oposición encarnizada. Los dueños de la tierra no iban a querer compartirla de manera voluntaria y mucho menos entregarla y por eso decidió defender su propiedad de cualquier manera. Basados en la ley o sólo en la fuerza.
Ya Lenin lo había planteado en el siglo XIX:
-La historia enseña que jamás una clase oprimida ha llegado a dominar –y no podría llegar de otro modo– sin pasar por un período de dictadura durante el cual se apodera del poder político y abate por la fuerza la resistencia desesperada, exasperada, que no se detiene ante cualquier crimen, que siempre le han opuesto los explotadores- señala el ideólogo en la Democracia Burguesa y la Dictadura del Proletariado.
El Plan de Ayala, que en principio apoyaba la candidatura de Francisco I. Madero a la presidencia, cuando fue elegido presidente, le retiró el respaldo. Madero no cumplió su promesa inmediata de reparto de tierras y por ello, Zapata que ya era el Jefe del Ejército Liberador del Sur, se levantó en armas.
Su lucha en defensa de los intereses del campesinado fue frontal desde 1909. Entre sus ideales, por los cuales peleó con singular denuedo, estaban el derecho de la huelga y la emancipación de la mujer.
Se mostró siempre implacable con quienes conculcaban o intentaban conculcar los derechos del campesinado y de los pobres y fue cuando decidió aliarse con Pancho Villa, otro de los líderes de la Revolución.
El del 17 de marzo de 1919, el Caudillo del Sur responsabilizó públicamente al presidente Venustiano Carranza de la crisis generalizada que enfrentaba el país y le pidió que renunciara al cargo.
Se dice por parte de los historiadores que fue esta carta lo que ocasionó que el presidente Venustiano Carranza ordenara su muerte.
Algunos apartes de esa misiva, que aparece publicada en libros y portales, entre ellos, el periódico Milenio Digital, en su sección Cultura el 9 de abril de 2019:
-«Usted ofreció y anunció que por medio de un régimen dictatorial que disfrazó con el nombre de Primera Jefatura, haría la paz en la República, mantendría la cohesión entre los revolucionarios, consolidaría el triunfo de los principios de reforma (…).»- señala para agregar más tarde que:
-“Nadie cree ya en usted, ni en sus dotes de pacificador, ni en sus tamaños como político y como gobernante”- sigue.
-“Es tiempo de retirarse, es tiempo de dejar el puesto a hombres más hábiles y más honrados. Sería un crimen prolongar esta situación de innegable bancarrota moral, económica y política»- y remata diciendo:
-“La permanencia de usted en el poder es un obstáculo para hacer obra de unión y de reconstrucción- afirma en otro aparte.