Por: Harold Sierra
La Ley General de Educación de Colombia, o Ley 115 de 1994, es una herramienta fundamental en el sistema educativo del país. Para los estudiantes universitarios, comprender algunos aspectos esenciales de esta ley puede ser de gran importancia. En primer lugar, establece los principios rectores que guían la educación en Colombia. Estos principios, como la calidad educativa, la formación integral y la participación democrática, son fundamentales para entender los objetivos y la filosofía detrás de la normativa. No se trata solo de cumplir requisitos legales, sino de cultivar ciudadanos conscientes y responsables.
Un aspecto importante que podemos analizar de la Ley 115 es su enfoque en la participación democrática dentro de las instituciones educativas. Esta norma promueve la inclusión de estudiantes, padres de familia y docentes en la toma de decisiones, fomentando así la transparencia y la equidad en el sistema educativo. La participación activa de todos los miembros de la comunidad educativa es clave para construir un entorno de aprendizaje que refleje las necesidades y aspiraciones de la sociedad. Nosotros los estudiantes, estamos intentando construir nuestros sueños. Otro punto relevante es el papel del currículo en esta ley. Más allá de los contenidos académicos, el currículo aborda temas como la ética, la ciudadanía y la responsabilidad social. La Ley 115 de 1994 busca formar individuos íntegros que no solo sean competentes en sus áreas de estudio, sino que también estén comprometidos con el bienestar de la comunidad y el país en su conjunto. El currículo se concibe como una herramienta transformadora, promoviendo valores y habilidades que contribuyen al desarrollo humano.
La Ley General de Educación de Colombia es una guía para la formación de ciudadanos conscientes y participativos, para nosotros, los estudiantes universitarios, entender los principios de esta ley y reflexionar sobre su impacto en la sociedad puede ser crucial para nuestro desarrollo personal y professional. Imaginemos una Institución Educativa donde, además de explorar conceptos teóricos y realizar prácticas relacionadas con su disciplina, los estudiantes también tienen la oportunidad de reflexionar sobre temas fundamentales como la justicia social, la solidaridad y el respeto a la diversidad. A través de debates, proyectos colaborativos y actividades prácticas, los estudiantes pueden desarrollar habilidades de pensamiento crítico, empatía y resolución de problemas en contextos sociales y éticos complejos.
Además, la educación sexual, adaptada a las necesidades psíquicas, físicas y afectivas de los estudiantes, en especial, adolescentes y universitarios, puede contribuir a promover una cultura de respeto, consentimiento y salud sexual en los contextos educativos y más allá. La integración de estos aspectos en el currículo no solo enriquece la experiencia educativa de los estudiantes, sino que también los prepara para ser ciudadanos comprometidos, éticos y conscientes de su papel en la construcción de una sociedad más justa, pacífica y democrática que a fin de cuentas es lo que se quiere. Por ejemplo, las enseñanzas que previamente analizamos de la señorita Olga Cossettini y su hermana, quienes fueron precursoras en la concepción de la educación como un instrumento, como un vehiculo para la transformación social y el desarrollo integral de los individuos. Su enfoque pedagógico destacaba y se centraba la importancia de cultivar valores como la solidaridad, la justicia y la participación ciudadana, aspectos fundamentales en la formación de ciudadanos comprometidos con su entorno, además de los métodos prácticos que incluían dentro de sus enseñanzas, dando resultados casi que diariamente positivos sobre la manera en la que se apropian las enseñanzas.
Al integrar estos principios en el currículo, podríamos enfocarnos en desarrollar programas académicos que vayan más allá de la mera transmisión de conocimientos y se centren en el fortalecimiento del carácter ético y cívico de los estudiantes. Por ejemplo, en áreas como la salud pública, podríamos diseñar cursos que no solo enseñen teorías y prácticas médicas, sino que también aborden cuestiones de equidad, acceso a la atención médica y responsabilidad social en la promoción de la salud. En disciplinas como las ciencias sociales, podríamos explorar cómo el análisis de movimientos sociales y luchas por los derechos civiles puede inspirar a los estudiantes a involucrarse en la construcción de sociedades más justas y democráticas. Este texto hace parte del Taller de lectura y escritura que se adelanta en la Facultad de Ciencias de la Educacion de la Universidad del Atlantico, con el objetivo de desarrollar y fortalecer estas habilidades y destrezas lecturales y escriturales.