El PAE, un buen programa pero…

Hay un tema que sigue ocupando las principales páginas de los periódicos del mundo y que hemos tratado con insistencia en recientes ediciones de LA LIBERTAD; se trata de la alimentación adecuada en la población infantil asentada especialmente en los sectores marginados de las grandes ciudades, por lo que resulta inminente que se revise el cumplimiento de las funciones por parte de quienes están manejando el Plan de Alimentación Escolar, conocido como PAE.

Cuando hablamos de los niños, de la necesidad de cuidarlos, de amarlos, de rodearlos de protección, de cariño y de endurecer las penas para aquellos que vulneren sus derechos, nos anima el deseo de trabajar mucho más para cumplir el sueño que todos los niños, niñas y adolescentes vivan en sus hogares, tengan educación, buena alimentación, afecto, recreación y que comiencen a forjarse como los mejores colombianos del mañana.

Son pocos los países que como Colombia cuentan con una legislación tan extensa dirigida a la protección de la niñez, pero a la vez con tantas instituciones establecidas para la atención de los menores de edad.

Por eso mismo es que resulta una verdadera paradoja que sea el nuestro uno de los países más descuidado con los niños, por eso consideramos de gran urgencia que se ahonde en la necesidad de darle cumplimiento a las políticas públicas que al respecto han sido trazadas a través de las disposiciones legales.

Todos los crímenes son abominables, pero en la escala de los criminales que son capaces de dejar con hambre a los niños que nada tienen, de quitarle las raciones o reducírselas a sabiendas que en sus casas no se las pueden garantizar, son de la peor calaña que se merecen las más severas sanciones.

Este es un tema que actualmente ocupa la atención de la opinión pública y que aquí en LA LIBERTAD hemos tratado con insistencia; se trata de la alimentación adecuada en la población infantil asentada en los sectores marginados de toda Colombia.

En los días que transcurren, los colombianos se encuentran escandalizados por las noticias respecto a denuncias por irregularidades en la contratación del suministro de la ración alimentaria en los restaurantes escolares, las cuales –como primera medida– han resultado muy alejadas del menú balanceado que exige el Programa de Alimentación Escolar-PAE y que de acuerdo con un reciente informe de la Defensoría del Pueblo, dejó a las claras –en algunos casos– el estado de contaminación de los alimentos que se suministran a los niños.

Para muchos de estos menores estudiantes, esa ración alimenticia que se les suministra en dichos comedores escolares, se constituye en la única forma de tener siquiera una comida diaria, por lo que consideramos que muy lejos de pensar en el bienestar de los menores, algunos contratistas inescrupulosos lo que se están es aprovechando de esta política para enriquecerse ilícitamente a costa de la supervivencia de los niños.

Si bien es cierto que estos hechos siguen conmocionando a los colombianos, desde hace meses se viene denunciando las irregularidades que se estarían presentando en algunos de los contratos firmados para tal fin.

La situación que se vive en estos momentos con relación a este tópico a nivel nacional llama poderosamente la atención. El desvío descarado de los recursos que aportan los contribuyentes, consistente en defraudación originada por la comprobada mala calidad de los alimentos escolares es elocuente.

A la apropiación descarada de los recursos que aportan los contribuyentes, hay que agregar la comprobada mala calidad de los alimentos escolares.