La XII Cátedra América Latina José Consuegra Higgins (un legado de ciencia, cultura y educación), que se llevo a cabo el pasado 20 de marzo, es un espacio formativo, que se empodera en una época decisiva para nuestros países indoamericanos: es un escenario de la Universidad Simón Bolívar para la comunidad académica nacional e internacional. Se trata de encuentros que establecen marcos que han sido y son útiles para el desarrollo del pensamiento y aprendizaje sobre la realidad de nuestros pueblos, en donde se llenan estos insumos con formación e ideas que debemos considerar muy importantes, porque son aprendizajes que se enraízan y se hacen útiles cuando de inmediato se vuelven pertinentes para nuestros contextos. Este es el debido reconocimiento de esta institucionalidad y legitimación. Por lo tanto, cada encuentro ha sido útil para reflexionar sobre la manera de como el contenido de cada evento presente en ella se relaciona con cada uno de los pasos de la trayectoria del Maestro Consuegra, lo que ayuda a estudiar sus ideas y percepciones.
En estos encuentros hallamos claridad, impulsada por la abundancia de información, la capacidad de análisis, la ubicuidad de las conexiones y una notable transparencia de lo allí se expone. Se trata, para quienes hemos vivido esta existencia, poder decir, que gozamos el privilegio de descubrir la exquisitez de distintas intervenciones de académicos de altos quilates, sin más objeto que haber gozado ética, estética y placenteramente de cada exposición. Siguen siendo encuentros de alta literatura y de sobrio saber académico que se alzan como un acta crucial: que no hay línea de las presentaciones en la Cátedra, que no se remitan a su creador, porque en esta dinámica se ha cifrado la existencia de esta hermandad académica. El momento tan anhelado de su fundador, consistió en fusionar las ciencias sociales con las problemáticas de nuestros países, donde cada versión se alza como el Manifiesto intelectual del rector fundador de la Universidad Simón Bolívar.
JCH estudió mejor que nadie esta fusión, profetizando sobre nuestro tiempo en sus distintas obras. La creación de esta Cátedra identitaria, fue un proyecto grandioso ideado con su esposa, Doña Ana de Consuegra y su equipo de intelectuales latinoamericanos que lo acompañaron en este propósito, que han escrito sobre nuestras realidades, que los unía un vinculo histórico y místico: el pensamiento del Libertador Simón Bolívar, como el más alto Prometeo de la razón y la práctica panlatinoamericana, en cuanto su pensamiento abarca todas las ideas, como un acto ético y estético, de que la unidad de nuestros pueblos, nos hermana. En tal sentido, el rector fundador actuó como un filósofo de su tiempo, que tenía la fuerza del conocimiento para aventurarse en la puesta en escena de esta Voz Académica, como la filosofía de su Universidad, como una alta dignidad que ella presenta al país, a Latinoamérica y el Caribe.
De este modo se piensa en su principio fundante e instituyente, “pensar lo propio”, que se desprende de su palabra recogida por su hijo, el Doctor José Consuegra Bolívar, actual rector de esta Institución, “Yo, que me hice en el aula de la vida, recojo la pasión que siempre exhala. Isabel López, mi patria querida” (http://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion-/jose-consuegra…) como la muestra de esta Cátedra, pues hay emociones, intereses y sentimientos que se desmenuzan a partir de este proyecto primario, como lo crucial: dinamitar el subsuelo de la embriaguez caduca de Europa que a menudo se enseña en nuestras escuelas, cuando la lógica pedagógica, consiste en pensar en este principio fundador de lo nuestro, en un mundo que busca identidad y autenticidad. Fue el ensueño proclamado por JCH, como una revolución del espíritu de nuestros pueblos para hacer brillar el diamante de nuestras historias. En tal sentido, estar en contacto con la realidad social era para él ver la vida a través de la investigación. Por ello, fue pionero y visionario, y su Cátedra ha seguido este ideal primario en la búsqueda constante de lo propio en lo cotidiano, con ingenio y elegante calidez, como siempre lo demostró. La Cátedra hoy, en este nuevo siglo nos infunde la tranquilidad de lo que perdura, como dijo Bolívar, “Lo que yo digo perdura”; es decir, el pensamiento de José Consuegra Higgins, como “insigne científico social”. Y, nosotros, quienes asistimos a las versiones anteriores y quienes asistieron a la versión 2024 como actores-espectadores contemplamos asombrados la vigencia de su pensamiento, hoy con plena vigencia y modernidad. Entonces, podemos considerarlo como el pionero en el estudio del “desarrollo indoamericano”, que se considera el retrato mejor logrado de la realidad de nuestros pueblos, incorporando la perspectiva crítica y emancipadora de su saber económico, imbricado con el mundo cultural: ideando con esmero (por supuesto, con el apoyo decidido de su esposa) un nuevo universo epistemológico de estudios, apostando por lo propio que emana del aprender de lo cotidiano de nuestros ancestros.
La Universidad Simón Bolívar le rinde homenaje, dedicándole la mayor retrospectiva a su trabajo con el otorgamiento post mortem Doctor Honoris Causa, lo que indica el momento y el rol pionero que ha jugado su pensamiento y esta Cátedra en la introducción del abordaje de lo indoamericano en las ciencias sociales; aunque también una convicción a lo largo de su trayectoria académica e investigativa de que los procesos de abordaje del estudio de lo propio sigue siendo válido y no excluyente en el desarrollo y apropiación de otros marcos teóricos y conceptuales en estas ciencias. Por ello, siempre sostendremos, que JCH es el precursor de la visión indoamericana, hoy tan reivindicada, lo que explica la muestra de su colaboración estrecha con académicos de toda Latinoamérica y del Caribe; en tal sentido, adoptó un enfoque único al revalorizar las tradiciones culturales de nuestros ancestros, fusionándolas con las culturas y formas de vida cotidiana interpretadas desde el Caribe colombiano.
Su defensa por lo propio y de su proceso configurativo no tenía otra finalidad que la de dar participación a esas voces olvidadas de nuestra historia indoamericana. Esta búsqueda fue el motor de su larga carrera profesional al lado de su esposa e hijos. Con esta dinámica recreó un meticuloso análisis, aplicando una triada: investigación, ingenio y respeto a las tradiciones culturales, donde siempre supo sostener y mantener una postura racional desde una formación abundantemente honesta, enriquecida por su intuición y cultivándola con la resolución de problemas de la manera más racional posible, porque así eran sus obras, llenas de gran humanidad. La Cátedra siempre nos ha invitado a reflexionar sobre nuestras propias historias, para abordar de maneras distintas el debate acerca de la memoria histórica, a fin de enfrentar de forma honesta nuestro pasado-presente y futuro indoamericano, como un todo histórico, político, económico y cultural. Su papel en muchos ámbitos del conocimiento ha sido visible y grupal: una especie de guardiana de saberes esenciales, por ejemplo, el pensamiento libertario de Simón Bolívar. Esta pionera acción formativa ha sido muy importante para el desarrollo de la sociedad colombiana: es una especie de Patrimonio Inmaterial que hunde sus raíces en la identidad de nuestros pueblos, fortaleciendo nuestras tradiciones. Es nuestro homenaje sincero a este gran ser humano en el centenario de su natalicio (28 de marzo), teniendo la fortuna de haberlo conocido y tratado en mis años de labores en esa Universidad querida, nuestra Alma Mater: lo llevamos en nuestros corazones.
Autor: Reynaldo Mora Mora.