En el Diario de Bucaramanga, del francés Luis Perú Lacroix, se afirma que Bolívar contó que el héroe murió de un balazo y un lanzazo y no en «atomos volando» como dice la tradición.

El 25 de marzo de 1814, se dio en Venezuela la batalla de San Mateo en la que con mucha dificultad, las tropas republicanas bajo el mando de Simón Bolívar, derrotaron a un ejército de llaneros del español José Tomás Boves.
Según cuenta la historia, el capitán colombiano -neogranadino en esa época- Antonio Ricaurte, en un acto de extremado heroicidad, esperó a que los realistas entraran a un polvorín que él defendía y con todos ellos dentro, lo hizo estallar, cayendo él mismo, pero haciendo que la balanza se inclinase en favor de las tropas de Bolívar.
Con Ricaurte y su maravillosa gesta, tanto en Colombia como en Venezuela han sido magnánimos. En Bogotá, el Colegio Militar lleva el nombre del prócer y el Batallón 14 del Ejército, acantonado en Bucaramanga; en la población de San Mateo, Estado de Aragua donde se celebró el combate, la Guardia Nacional Venezolana tiene su Instituto Militar Universitario de Tecnología, Cap. Antonio Ricaurte.
Tal hazaña es aclamada en la letra del himno nacional de Colombia por el Rafael Núñez:
-Ricaurte en San Mateo
en átomos volando,
deber antes que vida,
con llamas escribió.
y aparece también en la tercera estrofa del himno del estado venezolano de Aragua, donde se celebró el combate:
-En el campo sangriento de Marte,
libertad a la patria ofrendó,
la proeza inmortal de Ricaurte,
que en tierra aragüeña su Olimpo encontró.
Pero sobre esta portentosa hazaña del prócer colombiano, se tiende un manto de duda. ¿Fue real o sólo hace parte de la leyenda?

El Diario de Bucaramanga, una obra que escribiera el general francés al servicio de Bolívar, Luis Perú de Lacroix en 1828, señala que Ricaurte nunca voló al arsenal que se menciona, que ese hecho no está descrito de manera oficial en los anales relatados al término de la batalla y que todo obedeció solo a la imaginación del Libertador.
El libro fue escrito en la época en que Bolívar estuvo en Bucaramanga con el fin de seguir desde allí el desarrollo de la Convención de Ocaña, que fue convocada el 2 de marzo de 1828 y en la que se buscaba una reforma a la Constitución.
Perú de Lacroix, en las tropas del Libertador, había alcanzado el grado de General de Brigada y el libro -que en realidad es un diario- describe lo ocurrido entre el 2 de mayo y el 26 de junio de 1828 y recoge de manera directa de Bolívar muchos testimonios de valor incalculable, entre ellos, el episodio de Ricaurte, quien -según el texto- no murió en San Mateo.
-Ricaurte murió mientras bajaba de la casa alta con sus hombres, cayó por una bala y algún infernal lo remató de un lanzazo, yo mismo reconocí su cuerpo atravesado por la vara y tendido boca arriba, el sol le había tostado la piel en las horas que siguieron al desalojo del polvorín que ya era muy escaso tras un mes de combates. Yo soy el autor del cuento, amigo Luis, lo hice para animar a mis hombres. El parte del secretario de Guerra sobre la batalla, escrito a las pocas horas, nada dijo de la explosión ni del sacrificio del mártir, ni una palabra del suceso llamado a convertirse en el más notable del mes casi completo de lucha por San mateo. Pero en aquel entonces, la leyenda cumplió su cometido. Los soldados patriotas vivaban al capitán Ricaurte una semana después, en Bocachica, mientras se lanzaban contra las columnas de Boves que los doblaban en número- cuenta Perú de Lacroix que le dijo El Libertador.