Por: Guillermo E. Peña B.
El concepto moderno de gobierno corporativo o gobernanza empresarial comenzó a surgir en la década de 1970 y se desarrolló principalmente en la década de 1980. Sin embargo, sus raíces históricas se remontan a principios del siglo XX y están relacionadas con los problemas de agencia entre los propietarios y los administradores de las empresas.
Las crisis financieras y los escándalos corporativos, como los casos de Enron y WorldCom y locales que no quiero detallar en esta columna en los primeros años del siglo XXI, enfatizaron la importancia del buen gobierno corporativo para proteger los intereses de los accionistas y otros stakeholders. Como respuesta a estas crisis, se promulgaron leyes y se establecieron estándares y códigos de gobierno corporativo en muchos países.
La gobernanza en las entidades se refiere al proceso mediante el cual una organización, ya sea pública o privada, es dirigida, administrada y controlada. Implica la implementación de políticas, procesos y estructuras que aseguren la transparencia, la rendición de cuentas, la responsabilidad y la equidad en la toma de decisiones.
PERDIDA DE GOBERNANZA
Cuando se pierde la gobernanza en una entidad, pueden ocurrir una serie de consecuencias negativas, que pueden variar según el tipo de organización y su contexto.
A
lgunas de estas consecuencias pueden ser:
- Corrupción: La falta de transparencia y control puede dar lugar a prácticas corruptas, como el mal uso de fondos, el nepotismo o el favoritismo.
- Ineficiencia: Sin una estructura clara de gobernanza, la toma de decisiones puede volverse caótica o estar dominada por intereses particulares, lo que puede resultar en una gestión ineficiente de los recursos y una falta de dirección estratégica.
- Pérdida de confianza: La falta de transparencia y responsabilidad puede erosionar la confianza de los stakeholders, como empleados, clientes, proveedores, inversores y la comunidad en general.
- Conflictos internos: La ausencia de un marco de gobernanza puede conducir a conflictos internos entre los diferentes grupos de interés dentro de la entidad, lo que puede afectar negativamente el ambiente de trabajo y obstaculizar el logro de los objetivos organizacionales.
En conclusión, la pérdida de gobernanza en una entidad puede tener graves repercusiones en su funcionamiento y su reputación, de ahí la importancia de establecer y mantener prácticas de gobernanza sólidas y transparentes.
La negligencia por parte de los administradores de una entidad puede tener una serie de consecuencias tanto para la organización como para los propios administradores. Algunas de estas consecuencias son:
- Responsabilidad legal: Los administradores pueden enfrentar demandas civiles o penales por negligencia si se determina que no han cumplido con sus deberes fiduciarios. Esto puede resultar en sanciones financieras, multas, pérdida de activos personales o incluso penas de prisión en casos graves.
- Pérdida de reputación: La negligencia puede dañar la reputación tanto de los administradores individuales como de la organización en su conjunto. La pérdida de confianza de los stakeholders, como accionistas, clientes, proveedores e inversores, puede ser perjudicial para la empresa a largo plazo.
- Impacto financiero: La mala gestión debido a la negligencia puede resultar en pérdidas financieras significativas para la empresa, incluidos ingresos perdidos, costos adicionales y daños a la propiedad. Esto puede afectar la viabilidad financiera de la organización y su capacidad para operar de manera efectiva.
- Rechazo de seguros: La negligencia puede llevar a la denegación de reclamaciones de seguros si se determina que las acciones u omisiones de los administradores han contribuido a un evento asegurado. Esto puede dejar a laempresa expuesta a riesgos financieros adicionales.
- Renuncia o destitución: En casos graves de negligencia, los administradores pueden ser obligados a renunciar a sus cargos o pueden ser destituidos por la junta directiva o los accionistas. Esto puede tener implicaciones legales y profesionales para los individuos afectados.
En resumen, la negligencia por parte de los administradores puede tener una serie de consecuencias graves para ellos mismos, sus juntas directivas y para la organización que administran. Es fundamental que los administradores actúen con diligencia y cumplan con sus responsabilidades fiduciarias para evitar estas consecuencias negativas.