Cada día se incrementa la percepción de inseguridad entre los habitantes de Barranquilla y con suficiente razón. Los homicidios y hurtos han aumentado últimamente y los moradores de diferentes barrios no dejan de denunciar la existencia de grupos delincuenciales denominados ‘bandas’, especializadas en el fleteo, desmanteladas por la Policía en varios barrios de la ciudad, mediante una acción que merece el aplauso de la ciudadanía; generalmente estas pandillas son integradas por personas muy jóvenes, que actúan en la noche, en horas de la madrugada y hasta a plena luz del día.
En los últimos meses la población barranquillera se siente insegura, como consecuencia de los diversos factores de riesgo que se están presentando en la ciudad, los cuales se han constituido en fehacientes motivos de preocupación por parte de las gentes de bien.
Es de suponer que los sitios más inseguros de la ciudad son las salidas de los bancos, cajeros automáticos, cajas de cambio y las mismas calles del perímetro urbano, con más frecuencia en zonas comerciales del centro.
Una gran realidad es que la inseguridad sigue siendo un tema sensible en el Atlántico y especialmente en Barranquilla, urbe que siempre se había caracterizado por ser tranquila, en donde las gentes se sentían seguras. Sin embargo, en los últimos meses los hechos delictivos han alterado notablemente esa percepción de tranquilidad.
Y no es para menos, ya que se trata de casos donde se registran altos niveles de violencia y osadía por parte de los delincuentes; los casos van desde el robo a locales comerciales que incluyen balaceras en los cuatro puntos cardinales, hasta el sicariato a plena luz del día, en que los autores abandonan la escena del crimen a pie y sin prisa, incluso caminando con el arma en la mano, tal como lo hemos relatado oportunamente en nuestra Crónica Judicial.
No podemos dejar de lado los delitos menores que ocurren diariamente, como el robo de bolsos, billeteras, celulares o los asaltos a residencias donde por lo general nunca se determina el responsable y las escasas capturas terminan en nada, gracias a un sistema penal demasiado flexible, que permite dejar en libertad a los delincuentes a las pocas horas de haber sido capturados por la Policía, lo cual se puede catalogar como un desgaste para esta institución.
Todo esto ha llevado a la ciudadanía a cuestionar los programas de seguridad que han implementado las autoridades en esta sección del país y sobre todo en la capital atlanticense.
Más allá de afirmar que se trata de casos aislados y que la alarma o el asombro por los mismos es algo exagerado, es urgente analizar cuáles son las causas de lo que está ocurriendo; hay que estudiar el fenómeno con lupa para encontrar sus reales orígenes y poder así afrontarlo.
Insistimos, no se trata solo de un problema policial, es algo que nos compete a todos en cuanto afecta nuestro presente, pero también el inmediato futuro de una sociedad.
En LA LIBERTAD, no nos cansaremos de insistir en que las distintas autoridades deben trabajar en perfecta armonía y coordinación. Tampoco debemos olvidar que la seguridad es un asunto de la comunidad en general, y que, sin su ayuda, ni las policías mejor equipadas del mundo pueden ser eficaces.