Por Orlando Andrade Gallardo
Las administraciones anteriores pretendieron reestructurar al Estado anunciando muchas reformas durante las dos últimas décadas, pero no tuvieron la suficiente osadía de presentarlas, sin embargo anunciaban constantemente la urgencia de hacerlas. De las tantas reformas que el gobierno anterior consideró perentoria y necesaria fue la pensional, afirmando su ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla y la de seguridad social Alicia Arango que no daba espera, y quedó en el tintero, ¿qué pasó? Nada. Cambiar modelos y paradigmas tan arraigaos en una nación con tantos problemas de polarización derivados del caciquismo que pretenden perpetuarse en el trono y el sectarismo irracional que no permite gobernar, los mandatarios de turno prefieren pasar sin pena ni gloria durante su gobierno, mientras el pueblo agoniza. Un elemento adicional es la incapacidad para realizar los verdaderos ajustes que requiere el desarrollo social de los pueblos y falta de liderazgo para abordar las discusiones que se requieren y poder avanzar sin afectar los capitales que financiaron sus campañas políticas. Desde siempre los debates sobre reformas estructurales son difíciles de asumir debido a los compromisos de muchos congresistas con sus padrinos políticos y el capital oscuro que los ayudó a elegir y optan por declararse impedidos con excusas bobales para no votar o rompen el quórum, ausentándose.
Las reformas deben debatirse con mucha altura, responsabilidad y conocimiento de la realidad social para que el Estado funcione, legislar para quienes financiaron sus campañas políticas es una traición a la patria. En el gobierno de Duque se anunció con bombos y platillos que se habían reunidos con expertos para ayudar a construir las propuestas y sacar adelante la reforma laboral, Carrasquilla aseguraba que una vez superada la ley de financiación se presentaría la reforma al Congreso de la República, ¿que pasó? Nada. La emergencia de la reforma pensional era manifiesta según los gobiernos anteriores y la banca internacional exigía la premura, al igual que las agencias de riesgos disminuirían sus indicadores y ningún mandatario se atrevió a presentarla. ¿Por qué? Nadie responde.
En el 2019 los tiempos de esperanza de vida y la estructura del sistema financiero fueron analizados a fondos por expertos, es decir las condiciones estaban dadas para presentar la reforma, ¿por qué Duque no se atrevió? Y en los ocho años de Uribe se legisló únicamente para incrementar la edad de jubilación, hombres 62 años y damas 57, qué tal eso. El gobierno del cambio se mantiene en el mismo rango, pero mejorando los subsidios de Colombia Mayor y disminuir las semanas de cotización, más el pago de 230 mil pesos mensuales a los adultos mayores de 80 años. En esencia los debates desde siempre han girado sobre los dos regímenes, el de Prima Media RPM, administrado por Colpensiones y el de Ahorro Individual con Solidaridad RAIS de los fondos privados. Según el censo, en Colombia hay aproximadamente un poco más de 4 millones de personas mayores, de los cuales dos millones reciben su pensión por haber cumplido con el tiempo laboral y corresponden al 6% del PIB. 2,3 millones que no cotizaron y reciben algunos beneficios del Estado y representa el 0,6% del presupuesto nacional. Estos indicadores señalan que la mayoría de colombianos en avanzada edad son pobres y los expertos en la materia consideran que para combatir el flagelo, debemos estudiar la fórmula de la pensión básica para todos independiente de haber o no cotizado las semanas reglamentarias. ¿Será que tanta maravilla es posible?
De toda esta reseña histórica de la pensión, concluimos que la clase dirigente del país está atorada en el subdesarrollo y cualquier gobernante de avanzada no le permiten que cambie la estructura del Estado, alegando que atropella a la clase trabajadora sin leer detenidamente la propuesta. En la actual reforma hay intereses encontrados que originan enfrentamiento entre el sector público y el privado, el primero encabezado por el presidente Petro y el segundo por los voceros de derecha neoliberal en el Congreso acompañados de los soberbios presidentes de Andi y Fenalco. Los analistas y expertos estudiosos en temas laborales no entienden el afán de los gobiernos de reestructurar al Estado y al momento de decidir, retroceden y la opinión pública se pregunta. ¿Cuáles fueron las razones de no avanzar en la reforma y los impedimentos que tenían los gobiernos de no cumplirle al país? El gobierno del cambio se atrevió no solo a presentar la reforma pensional, sino las conocidas por todos que cursan en el Congreso y la derecha recalcitrante y el capitalismo salvaje pretenden sabotearlas. Ahí se las dejo.