Ciudad del delito

Por ERWIN LECHUGA

Cuando a un gobernante se le sale el territorio de control por cuenta de la inseguridad, se refiere a ello como un tema de percepción, en palabras simples, es que los ciudadanos son los que están paranoicos frente a la violencia que los azota, o como lo dijo un destacado líder, de esos que descrestan no por su grandeza sino por su pesada densidad, que para acabar el delito, debían excluirse ciertas conductas del código penal.

Lo cierto es que en Colombia, las ciudades vienen siendo tomadas por múltiples formas de delincuencia que no solo atentan contra el patrimonio económico de las personas, sino que además estamos en un nivel tal, que la vida te la arrancan sin un mínimo de consideración, si esto pasa en donde se supone hay mejores condiciones vida, no quiero imaginarme lo que acontece en la Colombia rural.

De acuerdo a un informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, en Colombia hay ocho ciudades consideradas como una de las 50 más peligrosas del mundo. Ellas son, Buenaventura que se encuentra en el puesto 24 con una tasa de 51 homicidios por cada 100.000 habitantes, seguida de Sincelejo (25), Cali (29), Santa Marta (38), Caragena (42), Cúcuta (43), Palmira (44), y Barranquilla (49).

Sí señoras y señores, ahí está Barranquilla, la que dicen que es un milagro en reinvención y desarrollo, esa misma que es referente a nivel nacional como un modelo digno de copiar, la que parece no se le desprendiera un hilo de la camisa, la siempre bien presentada y lista pa´ la foto. ¿En qué momento llegamos a ocupar tan lamentable posición? Se supone que con los avances que ha tenido la ciudad en varios aspectos se le sumara la hoy maltrecha seguridad, porque si de ser sinceros se trata, lo uno sin lo otro no sirve.

A dos meses de haberse posesionado Alejandro Char por tercera vez como alcalde de Barranquilla, el tema de seguridad sigue igual, nada ha cambiado, la delincuencia campea en la calle, la policía parece como convidada de piedra y a la justicia se le reclama por no imponer penas ejemplarizantes, a mi en lo particular como ciudadano no me interesa en lo absoluto la imagen del alcalde, a mí sí me interesa que cumpla con sus deberes, entre ellos el de brindarnos seguridad
Aunque duela hay que decirlo, vivimos en una ciudad de apariencias, para el foráneo todo es fenomenal, pero para el barranquillero salir a la calle se convirtió en una montaña rusa de temores, en ninguna parte de la Puerta de Oro de Colombia la ciudadanía puede sentirse tranquila, ya el delincuente no respeta ninguna zona de la ciudad ni siquiera las restringidas, donde uno menos piense ahí se meten, ahí están, entonces las cosas no son solo de percepción, es una realidad que requiere atención y acciones contundentes que se mantengan en el tiempo, así de sencillo.

Ya basta de tanto anuncio y tanta parafernalia para entrar a combatir el crimen, no creo que haya un ciudadano en Barranquilla que no sienta miedo y piense que se requieren acciones firmes que nos lleve a percibir un ambiente más tranquilo y de convivencia pacífica.