El «Malinchismo» colombiano

Por NEIL DEL VALLE

Hace poco conocí a una mexicana inmigrante en Colombia, al preguntarle por su experiencia en el país, especialmente en Barranquilla, le dije que me comentara qué es lo que más le ha gustado de la ciudad.

El clima, la gente y la ubicación geográfica fueron los elementos que más le han gustado del país; elementos que resaltan la gran mayoría de inmigrantes residentes en la tierra del café y las esmeraldas.

Sin embargo, al preguntarle por aquello que no le ha agradado tanto su respuesta sí que me llamó poderosamente la atención: el «Malinchismo» de algunos colombianos, sucesivamente le pregunté qué quería decir por malinchismo a lo cual ella respondió que es o podría catalogarse como un mal social que padecen no solo los colombianos sino también muchos de sus paisanos mexicanos.

Al buscar por internet el término malinchismo, me topo con que es una palabra coloquial que utilizan en México para denominar a todas aquellas personas que prefieren las costumbres, valores y tradiciones de países extranjeros por encima de las suyas.

Ya teniendo en claro el significado ahora se vino a mi mente la palabra «espantajopismo» la cual podría ser catalogado como el «malinchismo» colombiano, malestar que se padece en todo el territorio nacional pero principalmente en la costa Caribe en ciudades como Barranquilla en las cuales muchos prefieren comprar ropa de ciertas marcas extranjeras porque lo ven como sinónimo de distinción por encima del valor o aprecio hacia nuestro diseño textil el cual sí es bien reconocido a nivel mundial.

El «malinchismo colombiano» también se manifiesta cuando nos dejamos estafar por cualquiera que viene afuera a vendernos una idea de negocio solo porque tiene un acento o físico distinto al nuestro o cuando nuestro destino ideal para vacacionar es Walt Disney en Estados Unidos y nos endeudamos solamente para que nuestra gente sepa-a través de Facebook o Instagram- que ya fuimos a ver a Mickey Mouse y no conocemos ni la cuarta parte de nuestra geografía nacional.

Peor aún cuando siendo oriundos de este país emigramos a otro y cuando regresamos, así sea solo de vacaciones, utilizamos términos despectivos para la tierra que, para bien o para mal, nos vio nacer, «platanal»,  «tercer mundo», entre otros, son algunos de ellos.

En fin con esto no estoy queriendo decir que no emigremos ni viajemos si así lo deseamos pero al mismo tiempo creo que es hora de hablar bien y bendecir lo nuestro así no estemos de acuerdo con la situación actual de nuestro país. Aprendamos un poquito de los argentinos, cojamos una dosis de su orgullo para defender lo nuestro así la inflación los tenga jodidos o de los gringos quienes, pese a la grave situación socioeconómica que están padeciendo, siguen convencidos que su país sigue siendo la potencia mundial a derribar.