POR: LAURA SOTO PASTRANA
En la columna «El currículo, espacio de alegrías y esperanzas» de Reynaldo Mora Mora, publicada en el Diario Libertad (febrero 26 de 2024) nos invita a adentrarnos en un enfoque formativo que va más allá de la mera transmisión de conocimientos. El autor nos sumerge en la idea de que el currículo no solo debe comunicar emociones y sentimientos, sino también inspirar, desarrollar habilidades y talentos, y conectar de manera profunda con los intereses de los estudiantes. Se destaca la importancia de construir un currículo que refleje la vida misma, fusionando la escuela con la cotidianidad y explorando temas locales con una profunda conexión con los contextos.
Personalmente, encuentro este enfoque del currículo sumamente enriquecedor y necesario en el ámbito educativo actual. Creo firmemente en la importancia de que la educación vaya más allá de la mera acumulación de información y se convierta en una experiencia significativa y emocional para los estudiantes. La idea de transformar lo cotidiano en algo importante, dotando al proceso de enseñanza de una intensidad emocional y una atmósfera mágica, resuena profundamente conmigo.
Considero que un currículo de alegrías y esperanzas no solo enriquece la experiencia educativa, sino que también contribuye a formar individuos más críticos, autónomos y comprometidos con su entorno. Al incorporar elementos emocionales, metáforas audaces y un lenguaje cotidiano en la enseñanza, se crea un ambiente propicio para el aprendizaje significativo y la conexión con los saberes. Este enfoque no solo beneficia a los estudiantes, sino que también revitaliza la labor docente, convirtiendo la enseñanza en un acto de amor y dedicación hacia el proyecto de vida de cada estudiante.
Además, es necesario destacar la importancia de adecuar el currículo a las realidades socio- culturales que atraviesan cada espacio de educación. En situaciones vulnerables, esta adaptación se vuelve aún más crucial, ya que son contextos donde las necesidades y desafíos de los estudiantes son más acuciantes y complejos
Reflexionando sobre esta premisa, es fundamental reconocer que un currículo que no tenga en cuenta las realidades socio-culturales de los estudiantes corre el riesgo de ser ineficaz e incluso alienante. En entornos vulnerables, donde factores como la pobreza, la violencia o la exclusión social impactan directamente en la vida de los estudiantes, es imprescindible que el currículo se convierta en una herramienta de empoderamiento y transformación, pues adecuar el currículo a estas realidades implica no solo incorporar contenidos relevantes y significativos para los estudiantes, sino también adoptar enfoques pedagógicos sensibles, inclusivos y contextualizados. Es necesario que los docentes reconozcan y valoren la diversidad cultural, social y emocional de sus estudiantes, y que diseñen estrategias educativas que respondan a sus necesidades específicas.
El currículo de alegrías y esperanzas representa una valiosa oportunidad para transformar la educación y hacerla más relevante, emocionante y significativa para todos los involucrados. Es un llamado a repensar la forma en que concebimos la enseñanza y el aprendizaje, y a abrazar la magia que surge cuando se fusionan el conocimiento con las emociones y las experiencias de vida. ¡Una verdadera inspiración para el futuro de la educación! Este ejercicio hace parte de los Talleres de Lectura y Escritura en Procesos Curriculares que se adelanta en los procesos de formación de licenciados en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad del Atlántico (I-2024).












