Que existan grandes recursos para la salud y muchas más oportunidades para los más pobres, es algo que para nosotros en LA LIBERTAD es de mucha importancia, en este caso los congresistas de las diferentes ideologías, que conforman el Congreso de la República, no sólo deben velar porque así ocurra, también es necesario que trabajen por lograrlo, pero deponiendo intereses personales y políticos, frente a los que atañen a los ciudadanos en general.
Al parecer, todas las partes tienen razones para justificar las posibles falencias que puedan existir en el actual sistema de salud, pero muy pocos aceptan que en el pasado no se hizo lo suficiente para que el modelo, que se observa tan perfecto en su texto, se traduzca en una mayor cantidad de la población satisfecha con los servicios que recibe.
Es ahí donde está el meollo del asunto, porque mientras el Gobierno, las E.P.S. y los usuarios no tiren para el mismo lado, serán los jueces a través de la tutela y no los médicos, quienes continuarán decidiendo si una vida está en peligro o no, y será muy difícil cumplir la meta de beneficiar a muchos más colombianos.
Siempre hemos dicho que Colombia es un país de paradojas y una de estas es precisamente su sistema de salud, que incluso elogiado e imitado en otros países, ha venido soportando cuestionamientos por la insatisfacción que generan entre muchos usuarios, algunas –no todas– Empresas Promotoras de Salud- EPS.
Según recientes encuestas, tres de cada diez colombianos desaprueban la forma como se están enfrentando los problemas de la salud y piensan que la calidad empeoró en los últimos cinco años, de acuerdo a este sondeo, la opinión pública le pasa una cuenta de cobro a los anteriores gobiernos por una crisis que se ha venido profundizando con el correr de los años.
Por esto es importante que los cambios que se produzcan en lo atinente a la reforma que actualmente se debate en el Congreso de la República, deberán ser estructurales, con discusiones que tengan como base el objetivo prioritario consistente en la creación un modelo realista, que resuelva uno de los problemas más graves del país, como es la prestación del servicio de salud para los más pobres.
Para nuestro concepto las reformas y los cambios del sistema de salud para la gente de escasos recursos del país, no sólo deberá introducirse en artículos, parágrafos e incisos de la normatividad, sino también en los requerimientos para la formación de algunos –no todos– profesionales de la medicina, para que el servicio que ofrezcan sea más humanizado.
Es que la prestación de la atención en salud no se puede pensar solo con el bolsillo y la ciencia que es universal e infinita, deberá servir a toda la humanidad, sin importar la raza, condición social, edad, sexo o creencias religiosas, es decir también existe la necesidad urgente de humanizar la medicina para los pobres.
Lo que se requiere es que se le brinde la oportunidad a millones de personas pertenecientes a los estratos bajos, es decir de escasos recursos económicos, para que así estos puedan llegar a un consultorio médico y ser atendidos por un facultativo, de manera oportuna.
Son muchos los ciudadanos que han fallecido en las puertas de los hospitales o I.P.S. y que si llegan a los consultorios no tienen la más mínima esperanza de encontrarle remedio a sus padecimientos físicos, que después se convierten en trastornos psicológicos por el agreste e inhumano tratamiento que allí reciben.