VISIONES CURRICULARES

POR: CRISTIAN MENDOZA GOMEZ, DEIVIS LEÓN MACÍAS, STIWUARD MARTÍNEZ SARZA

Para comenzar este ejercicio de varias escrituras, me permito citar aquello que resalta el profesor Reynaldo Mora Mora en su “Tribuna Pedagógica” del 19 de febrero de 2024, publicada en el Diario La Libertad (“Los procesos curriculares y la formación integral”) donde nos dice que el currículo es “el corazón del sistema educativo”. De esta frase puedo discernir que el sistema educativo en Colombia y el mundo sin el currículo es como si le faltara un análisis del contexto social, político y cultural de lo que se busca y lo que se quiere llevara a cabo en una determina comunidad educativa, en donde a pesar de la existencia del currículo todavía existen en Colombia muchas falencias, el cual con el tiempo mediante el currículo se ha ido trabajando en dichas problemáticas y que ha ayudado mucho al sistema educativo de la actualidad.

Entonces, el currículo es esa columna que le da base al docente para llevar a cabo su clase, pues es la recopilación de los distintos contenidos, métodos, planes de estudio y/o estrategias de estudio que aportan significativamente al proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes, es decir, les da un orden a los procesos de transmisión de conocimiento del educando o al intercambio de conocimiento de dos o más personas y también le muestra una ruta a seguir al educador. Así mismo, como anteriormente lo había mencionado el currículo luego de estudiar el contexto sociopolítico y cultural hace una proyección del ciudadano que se busca alcanzar y el nivel de conocimiento que este obtendrá en su formación para aportar en la sociedad positivamente y/o que le permita defenderse como ser crítico e intelectual en esta misma, como ser pensante; por tanto, es a través del currículo que entre muchas formas planteada podemos escoger la estrategia que más nos llame la atención o que con cariño nos la mencionan como la forma más armoniosa. Podemos encontrar la forma en como dicho texto se expresa acerca del currículo, en donde se llega a denotar desde lo poético, hasta el sentir de lo educativo, como el corazón de todo esto que conlleva al sistema educativo y así mismo al proceso de enseñanza aprendizaje, en donde metafóricamente se compara desde otros contextos, pero eso si en torno a la idea principal el cual nos permite tener claro como lectores, que sin el currículo no podemos hacer nada en eso que llamamos sistema educativo, planes de estudio, intercambio de ideas, entre otras cosas. En donde muy célebremente el profe Reynaldo Mora alude al concepto de currículo espontáneamente como “esa utopía hecha realidad como un faro venturoso de formación” y a partir de ahí y otras frases más es donde nos damos cuenta que el currículo se puede definir de miles de maneras, abarcando desde lo más crítico, a lo descriptivo, expresado de una forma artística, en forma poética y metafóricamente. 

Deivis Enrique León Macías señala que dicha “Tribuna” hace el planteamiento de una reorientación del currículo, entendiendo la época en que estamos viviendo y todo lo que ésta conlleva, es decir, sus problemáticas sociales y el currículo no debe ser ajeno frente a estas problemáticas independientemente si están afuera de su contexto escolar. No hay que ser displicente, ni tomar posturas ambiguas, es indispensable ser imperiosos con estas problemáticas, el currículo debe aportar a la solución de esos fenómenos sociales, que cada día son más cotidianos. En esta época moderna el docente se le ha encadenado en forma de arriero una gran responsabilidad, en sus manos carga el peso de ser responsable de transformar una generación, de impactar de manera positiva en la mocedad, desadormecer ese pensamiento crítico que debemos tener como sociedad y que haya una expectativa optimista de cara a inéditos tiempos, sin barrunto a esa desconocida atmosfera. En relación al texto, asumo una postura de total acuerdo y es que la columna vertebral, el corazón de la educación, en otras palabras, el currículo no debe estar apartado de lo social, el educador debe confeccionar esmeradamente la unión entre el currículo y lo social, para que sea artífice de grandes cambios, transformaciones, suscitar una metamorfosis en la sociedad estudiantil, pero esto no se lograría con clases magistrales desactualizadas y que no entienden y ni atienden las necesidades de los alumnos, discípulos vigentes en esta modernidad. El docente teniendo una gran capacidad de adaptación y que sea integro, con ideas frescas, que sea reformador, hará del currículo una estancia regocijada, deleitosa, para nada acibarado y desolador.  Para culminar para el análisis, la exploración de esta columna, hay que dar ejemplo de una problemática social y que fatiga todas las vértebras de las sociedades menos favorecidas, la cual es la desigualdad social, que a menudo perpetúan y amplían las desigualdades existentes en ingresos, oportunidades educativas, acceso a la atención médica y más lo que puede dar lugar a grandes diferencias entre los diferentes grupos poblacionales. Por lo tanto, crean barreras para el acceso a una educación de calidad obstaculizar el desarrollo académico general de algunas poblaciones. Es ahí donde la escuela, el currículo no debe hacer mutismo y deberá abrirse como pétalo de una agraciada flor, pero, a la vez tener la renuencia de una aleación opulenta, vigorosa y potentada.

Por otra parte, Stiwuard Daniel Martínez Sarza, anota que la educación es un proceso formativo en el que se trata de buscar de una u otra forma crear y difundir conocimiento partiendo desde los diversos modelos pedagógicos, estos analizan el contexto de la formación del estudiante y para poder poner en práctica algún modelo pedagógico depende más que todo del currículo e interés que tenga cada institución educativa. Los modelos pedagógicos lo podemos definir como una planificación de la enseñanza en el que tengamos en cuenta lo que se quiere enseñar, la forma de enseñar y el método de evaluación. Entre los modelos pedagógicos podemos encontrar el tradicional, romántico, conductista, social, constructivista, inteligencias múltiples, la escuela nueva y la enseñanza que se manejan van desarrolladas al aprendizaje del estudiante. La evolución acelerada del mundo, en sus estructuras sociales y en su cultura, han protagonizado en los últimos tiempos una visión más juiciosa del papel que desempeña la educación en la generación de modelos de vida y una fuerte frente al verdadero rol que deben desempeñar los actores involucrados en la composición del esquema educativo, para lograr que los resultados sean aquellos que mejoren la calidad de vida de los colectivos sociales y el desarrollo de sus metas.

Se puede comprender que los procesos curriculares desempeñan un papel fundamental en la formación integral de los estudiantes. La planificación y desarrollo de un currículo bien estructurado no solo se limita a la transmisión de conocimientos, sino que también busca el desarrollo holístico de los individuos. La formación integral educativa abarca aspectos cognitivos, emocionales, sociales y éticos, con el objetivo de preparar a los estudiantes para enfrentar los desafíos de la vida de manera completa y equilibrada. Cuando la enseñanza va más allá de la simple transmisión, la actitud del docente se transforma de acuerdo con las necesidades que van apareciendo; el proceso se centra más en el aprendizaje que en la enseñanza, aquí, la explicación se vuelve discusión o consenso; los talleres y tareas se vuelven reflexión; la evaluación se convierte en mirada totalizadora y autorreguladora de sentido. De esta manera, el aprendizaje se orienta hacia un “saber hacer” reconstructor y constructor de sentido que posibilita la formación del pensamiento y de la conciencia social. La formación integral también implica la promoción de valores éticos y ciudadanos, contribuyendo a la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Los procesos curriculares deben estar en constante revisión y actualización para adaptarse a los cambios en la sociedad y en el ámbito laboral, preparando a los estudiantes para enfrentar un mundo en constante evolución, deben ser diseñados de manera cuidadosa y reflexiva, teniendo en cuenta las necesidades y características de los estudiantes, así como los objetivos educativos y los valores que se pretenden inculcar. Además de la adquisición de conocimientos académicos, es esencial incorporar habilidades prácticas, fomentar el pensamiento crítico y promover el desarrollo de competencias socioemocionales en la sociedad actual contemporánea.