Por: Orlando Andrade Gallardo.
El punto de partida para conformar una gran sociedad es evitar la falsedad irracional que practican quienes se educan para ser soldados políticos con el fin de defender los intereses de los poderosos y caciques políticos que han hecho tanto daño al país y continúan esquivando la justicia. En esos personajes aflora el militarismo en cada actividad que desarrollan y en sus pensamientos fluye el resentimiento por haber perdido un ser querido, su espíritu no descansa hasta destrozar a quien se oponga, no creen en la paz social. Quienes los siguen ciegamente e idolatran lo consideran que no son menos que las ideas que difunden, sino son más que ellas, por esa razón mantiene su liderazgo. Los politólogos consideran que el problema de la irracionalidad de los grupos de derecha contra los alternativos fue que en los siglos XIX y XX se crearon falsas expectativas sobre la democratización acudiendo a la irracionalidad y acuñando la frase de la filosofía de la vida y fue el inicio para que Europa ardiera durante décadas y marco a la humanidad para toda la vida. Los responsables de la guerra de Adolfo Hitler, la derecha irracional. ¿Será que el nacionalsocialismo que está en camino y tocando las puertas de algunas naciones, es la solución?. No es extraño que seguidores del gran pensador alemán Nietzsche iniciador del irracionalismo y la célebre frase de la filosofía de la vida que sirvió de consigna al partido del nacionalsocialismo, fue el filósofo más reaccionario de la época que defendió el imperialismo, anunciando que no tener necesidades es la mayor desgracia de los pueblos y la esclavitud es algo necesario. Criticó el marxismo y socialismo sin leer a Marx.
Las tesis que comulga la oposición es considerar al Estado una sociedad en donde los irracionales adoctrinados obedezcan como siervos las órdenes y defiendan a los jefes de su colectividad. En estas condiciones convierten a las masas populares en irracionales y fascistas para ejercer mayor control de sus actos y criticando que el exceso de democracia y no su ausencia es la que crea el caos y la guerras. Con las luchas y pregones fantasiosos pretenden apoderarse del poder que perdieron y no los superan y crean movimientos de mercenarios para sabotear cualquier actividad que realicen sus opositores. Bajo estas reivindicaciones se pretende fundar un gobierno de carácter represivo y militarista que proteja el capital imperial y supeditar al Estado de la economía sin cuestionamiento por parte de ningún sector. ¿Será que con estos cambios neofascistas superaremos todos los problemas? Pregúntenle a Alvarito. Con las marcadas pretensiones irracionales, un grupo de nuevos personajes en la política, hijos y nietos de ex mandatarios al igual que hijos de siniestros personajes que lograron curules en el Congreso de la República por métodos oscuros, algunos rescataron la herencia electoral de sus padres y sacan pecho sin pudor. Los estudiosos de la política consideran que todos estos desórdenes del fenómeno son posiblemente causados por falta de directrices en los planes de desarrollo, la corrupción, la impunidad, los ajustes sociales que son consecuencia de la inmoralidad y los valores que se practican no funcionan. La esencia del Estado de derecho descansa sobre el poder para determinar por sí mismo la distinción entre el amigo y el enemigo, el problema es que los enemigos de Colombia no se despojan de sus máscaras y envían a sus testaferros para que realicen el trabajo sucio.
No debemos desconocer que vivimos en la era de las comunicaciones donde cualquiera puede trinar acudiendo a las redes sociales enviando mensajes a su antojo y que llegan a sus destinos en segundos. El mal uso de las redes por parte de personas inescrupulosas que la utilizan para denigrar de los demás sin ningún control y los medios de comunicación masivos como la TV, le hacen el juego confiando en todo lo que escriben y comentan, sin comprobar su veracidad, es el problema. Desde siempre se ha dicho que el ABC del periodismo es comprobar la fuente de la noticia para poder divulgarla y muchos periodistas no atienden estas premisas que atentan contra la dignidad de personas e instituciones. La situación se agrava cuando el dominio de los medios de comunicación está en poder los contrarios que fácilmente puede desinformar a la opinión pública, desconociendo las normas que rigen el hermoso oficio del periodismo.