Si preguntáramos para qué sirven las asambleas departamentales en Colombia, una respuesta rápida sería para muy poco, o tal vez sirvan para algo concreto: para ayudarle a algunos políticos a llegar al Congreso, especialmente a la Cámara de Representantes. El espíritu de la creación de esta corporación fue el de darle representación a las provincias de los departamentos ante el poder regional, pero poco les queda de trabajo y de funciones.
Actualmente existen en Colombia 398 diputados en los 32 departamentos, pero a cualquier simple observador le debe asaltar un interrogante: ¿estas corporaciones de elección popular están cumpliendo con el importante papel que la Constitución Nacional les ha encomendado?
El trabajo de los diputados regularmente pasa sin pena ni gloria, a veces exaltan el aniversario de un municipio y llaman a sesión a algún secretario del despacho para que responda algunas preguntas sobre su trabajo, más como un acto de cortesía y protocolo, que como un ejercicio de veeduría a su gestión, o para que los medios de comunicación destaquen al diputado convocante como un defensor de los intereses de la ciudadanía.
Hoy en día los diputados viven más que todo en función de entrar a las coaliciones que gobiernan cada departamento para participar en el ponqué burocrático, en el reparto de puestos para luego influir en la adjudicación de los contratos que le dejen beneficios económicos a él y a su más allegados compadres políticos o al auspiciador financiero de su campaña electoral, es decir en aspectos muy diferentes en lo que tiene que ver con el ejercicio del control político y fiscalizar como se está administrando su departamento.
Por esto creemos que Colombia está en mora de hacer un debate serio, en lo atinente a las Asambleas Departamentales respecto a su estructura política.
Los candidatos a tales corporaciones públicas despiertan muy poco interés del electorado, solo los pequeños y alejados municipios de cada departamento se motivan por su elección. Debido a esa circunstancia la gran mayoría de los integrantes de las Asambleas Departamentales son nacidos y tienen su domicilio en las capitales de los departamentos, por tal motivo es ínfima la representación de los municipios en las referidas corporaciones de carácter legislativo, un caso patético de este fenómeno es el departamento del Atlántico, en donde la gran mayoría de diputados son oriundos y tienen su residencia en Barranquilla.
Es frecuente el incumplimiento de las promesas anunciadas en el fragor de las campañas por los diputados del departamento del Atlántico.
Es conveniente entonces que se cumpla, por parte de los diputados del Atlántico la finalidad para lo cual fue creada esta corporación, sobre todo en el aspecto relativo a la búsqueda de la solución a las problemáticas que afectan a nuestro departamento.
Hoy hacemos un llamado a los actuales diputados, para que antepongan los intereses de la ciudadanía, por encima de los beneficios personales, o más bien politiqueros, a través de los cuales pretenden cumplir los compromisos adquiridos, no con la comunidad, sino con determinados jefes políticos, ya sea a nivel departamental o distrital, llamado que hacemos extensivo a los concejales de Barranquilla y de todos los municipios de esta sección del país.