Algunos estamentos de la sociedad barranquillera han interpretado las diversas declaraciones emitidas por quienes tienen la obligación de resguardar la vida, honra y bienes de los ciudadanos, no solo como la impotencia del Estado para hacerle frente a los delincuentes, sino como una autorización para que los particulares organicen su propia defensa mediante la creación de cuerpos de seguridad privada con la finalidad de contrarrestar el auge de la delincuencia común.
En primer término diremos que la Constitución establece que la fuerza pública estará integrada en forma exclusiva por las Fuerzas Militares y la Policía.
El Estado no puede renunciar ni a la obligación de proteger la vida, honra y bienes de los colombianos, ni al monopolio de las armas, porque esto equivaldría a renunciar a la soberanía interna.
En nuestra ciudad hay sectores por donde no se puede transitar después de las seis de la tarde y donde hasta a plena luz del día causa pánico andar y no son exclusivamente los barrios más pobres, más alejados y más marginados, son sitios en donde la delincuencia ha sentado sus dominios y todo el que por allí pasa después de las ocho de la noche se convierte en un objetivo de los maleantes.
Y qué decir de los lugares en donde tradicionalmente se cometen diariamente toda clase de crímenes y hechos violentos, donde estos siguen sucediendo a pesar de ser conocidos por la Policía y otros organismos de seguridad, respecto a los cuales la ciudadanía ha venido pidiendo vigilancia y protección.
Empero, hay que reconocer que las autoridades de Policía en la ciudad, están trabajando a fin de restablecer la tranquilidad de los barranquilleros, pero no deja de preocupar el hecho que a menudo se escuchen declaraciones de los altos mandos castrenses, aduciendo que uno de los inconvenientes que se presentan para enfrentar el escalamiento del accionar de la delincuencia, está patentizado en la circunstancia de no contar con un pie de fuerza lo suficientemente indispensable, acorde con las exigencias que el problema requiere; la reciente incorporación de más agentes de Policía al comando de la División Atlántico y Metropolitana, nos hace suponer que se siguen buscando soluciones al grave problema que nos afecta.
Este aspecto ha sido analizado con mucho detenimiento en diferentes foros organizados para tratar el tema de la seguridad y convivencia ciudadanas, en los cuales se ha concluido que el incremento de la inseguridad en Barranquilla tiene su origen en la presencia de un gran número de desmovilizados que se trasladaron a nuestra ciudad, conformando peligrosas bandas delictivas, trayendo consigo el estado de inseguridad reinante; si eso es así, contra ellos deberán dirigirse las acciones policiales, aunque nos resistimos a creer que todos los desmovilizados radicados en Barranquilla estén involucrados en la serie de hechos que a diario tienen ocurrencia en nuestra urbe.
Los actos delincuenciales que vienen sucediendo en Barranquilla desde hace varios meses, dejan claro que nos encontramos frente a una amenazante arremetida de la violencia, la cual se ha generalizado en todos los rincones de la capital del Atlántico, no queremos desconocer que en otras regiones no esté ocurriendo igual calamidad, pero en lo que concierne a nuestra ciudad, es más preocupante el crecimiento de la inseguridad, ya que se ha extendido a todo el perímetro urbano de Barranquilla y su área metropolitana.
Es muy cierto que el resto de la Costa no ha quedado exenta de este flagelo, es así como desde La Guajira hasta Córdoba, pasando por Cesar, Magdalena, Bolívar y Sucre, diariamente nos llegan noticias que dan cuenta de hechos violentos que ponen en duda la capacidad de la fuerza pública disponible para frenar el hasta ahora incontrolable fenómeno que igualmente nos hace pensar que la situación tiende a empeorarse, si no se toman los correctivos pertinentes.