Por Diogenes rosero Durango
En general, el gobierno Petro ha gozado de vientos económicos favorables; contrario a la narrativa de miedo e incertidumbre que quiso promover la oposición, -incluso sin haberse posesionado- el primer mandatario ha mantenido un buen performance económico durante su gobierno.
Una realidad que además de la solidez y resiliencia de la economía colombiana, ha estado soportado en el acierto del presidente en nombrar en su columna principal de gabinete económico -inicial-, tecnócratas expertos con una visión practica de los problemas económicos, lo cual, brindó confianza a los mercados, pero también, sirvió de contención a desaciertos o desafueros de política pública.
Super reconocidos fueron los enfrentamientos e incendios que le tocó apagar a José Antonio Ocampo en el tema minero energético o la regla fiscal, o también, la importante aprobación de la reforma tributaria y del plan de desarrollo.
Paradójicamente, y pesar de los nubarrones externos, también ha habido oportunidades como los buenos precios de la matriz minero energética debido a la crisis que se mantiene en Ucrania y el medio oriente.
Este viento de cola mixto de aciertos económicos y ventajas endógenas y oportunidades externas, ha llevado el barco del gobierno en medio de las tormentas políticas a unos niveles de gobernabilidad sostenibles, parecen estar cambiando.
Las noticias económicas no son nada buenas y el discreto crecimiento del 2023 (0,6%), puede ser el presagio de malas noticias en otros indicadores económicos. La inflación, aunque a la baja (de manera muy gradual) puede ser una señal de falta de consumo y la baja inversión que viene presentando la economía desde hace meses.
En ese sentido, la frase del país va mal, pero la economía bien, comienza a hacer agua y además de la crisis política que vivimos ahora nos enfrentamos a la incertidumbre económica.
Para colmo de males, el desmonte paulatino pero sostenido del sólido equipo económico terminó de desarticularse con la salida de Jorge Iván González de la dirección de Planeación Nacional.
¿Será que hoy en el gabinete presidencial hay alguien que sirva de talanquera u objete las decisiones presidenciales, como es el deber de un equipo económico?
Se está incubando una mezcla explosiva que puede comenzar a afectar otras prioridades del gobierno en donde viene mostrando fortalezas o ha logrado victorias políticas, o por lo menos, en la narrativa.
¿Se empantanarán las reformas en el congreso? ¿Se agravarán las tensiones territoriales entre el gobierno central y los territorios? ¿Ganará el pulso el presidente con muchos poderes facticos y formales como los grupos violentos o la fiscalía?
Con una gobernabilidad en contra, agobiada por las dificultades económicas, la cosa se pone color de hormiga y como se lo pregunta Gustavo Duncan en su última columna ¿Será que puede haber un estallido social contra Petro?
El camino que ha escogido el gobierno de abrir varios frentes de lucha -con una limitada gobernabilidad- en: reformas sociales, procurar una paz total, cambiar la matriz económica y su ambiciosa agenda ambiental va a ser muy complicada en un entorno de estancamiento con amago de crisis económica.
Como el mismo Petro lo reconoce: “los cambios que necesita el país no se pueden hacer en un solo gobierno progresista”, ¿Será que la mega agenda de cambios es viable en medio de los nubarrones económicos mundiales, malos indicadores nacionales y con un equipo económico menguado?
¿No será que llegó el momento de reencausar los esfuerzos del gobierno sobre la interesante reflexión de despedida de Jorge Iván González sobre facticidad y validez, en donde hace un llamado al equilibrio entre las ideas y lo que es posible?
Me parece un buen consejo que puede centrar al gobierno en qué hacer para mejorar la economía, disminuir la pobreza y ayudar a disminuir la desigualdad sobre todo en las regiones más apartadas de Colombia que le apostaron electoralmente -y como nunca- al cambio.