
El gran Mario Moreno, con “Cantinflas”, hizo cerca de 60 películas; pero la producción de “Chespirito” era día a día y diferente. No creó un único personaje sino muchos y cada uno con su propia personalidad.
Nacio 21 de febrero de 1929, Ciudad de México, México . Murió en Cancún, México, 28 de noviembre de 2014
Por: José Gabriel Coley (Escrito el 28 de noviembre de 2014)

El 25 de septiembre de 1995, Roberto Gómez Bolaños apareció en pantalla con su última grabación. Shakespearcito o simplemente Chespirito, latinoamericanizando el diminutivo de Shakespeare como debe ser, fue un verdadero genio del humor de talla universal.
Creemos que Chaplin, quien consideraba que Mario Moreno “Cantinflas” era superior a él, se habría quedado mudo como el cine que hizo, si hubiera conocido la profusa creación de Gómez Bolaños.
Ingeniero de profesión, este mexicano, hombre polifacético desde donde quiera que se le mire, a pesar de que llegó relativamente tarde al mundo artístico el cual lo raptó para la fama en su tiempo y aún más acá.
Libretista, productor, director, dramaturgo, actor, comediante, compositor, escritor, guionista, culto, conocedor de la historia y la literatura universales, de la música y demás bellas artes. De alguien con semejante formación (de ella sacó gran parte de sus comedias) no podría resultar sino un genio, sobre todo si le sobraba el humor, el cual ejercitó, renovándose diariamente durante un cuarto de siglo.
El gran Mario Moreno, con “Cantinflas”, hizo cerca de 60 películas; pero la producción de “Chespirito” era día a día y diferente. No creó un único personaje sino muchos y cada uno con su propia personalidad, obsesiones y léxicos definidos a fuerza de repetición que, a pesar de ello, no se torna aburrido incluso cuando el espectador habitual espera lo esperado en cada episodio de cada trama (la cachetada de doña Florinda a don Ramón, el golpe con la bolsa del doctor Chapatín, las chiripiolas de Chaparrón Bonaparte, el “No contaban con mi astucia” del Chapulín, etc.).
De esta manera el pequeño Shakespeare se fue abriendo paso hasta convertirse a nuestro juicio en el Charles Chaplin de latinoamérica. Si CH, CH, luego Chespirito y las
fijaciones con la letra CH: Chapulín colorado, doctor Chapatín, el Chómpiras, la Chilindrina, Chaparrón Bonaparte, la Chimoltrufia, Los Chifladitos, Vicente Chambón, etc. Además de otros usos para señalar objetos o exclamaciones, tales como el chipote chillón, las pastillitas de chiquitolina,, chicharra paralizadora, chanfle, se me chispotio, vieja chancluda, chusma, chiripiolas, etc.
Es como si Amaranta Buendía jugara a la jeringonza con la letra CH, para burlarse de la jediondez de la cachaca Fernanda del Carpio, en Macondo, “ahora que los ladran perran y que los cantos gallan”, pues se nos están yendo, uno, a uno, todos los grandes de quienes tanto aprendimos.
Afortunadamente, todavía hay quienes tienen grabados episodios de sus tramas que divirtieron a más de medio mundo en 25 años de vida artística exitosa, sin querer queriendo. Gracias, Roberto, por habernos dado tanta felicidad.