Los expertos advierten sobre un entramado multifacético que conecta la ola de crimen en Ecuador con Colombia, generando consecuencias en el narcotráfico y el delito transnacional.
La situación de emergencia en Ecuador, marcada por motines carcelarios, fugas de criminales y tomas de control institucional, revela un entramado complejo con Colombia como eje central. La crisis no solo tiene raíces evidentes en la política interna de Ecuador, sino que también está intrincadamente ligada a factores externos que desencadenarán consecuencias en las dinámicas del narcotráfico y el crimen transnacional en la frontera suroccidental del país.
La inestabilidad en el vecino país, que llevó al presidente Daniel Noboa a decretar el estado de excepción y reconocer un conflicto armado interno, se relaciona con diversos elementos: una polarización política, la carencia de mayoría en el Congreso, la fragilidad institucional, y la transformación de las cárceles en bastiones de grupos criminales.

Este complejo escenario también involucra la participación de carteles mexicanos, la mafia albanesa, la geografía estratégica de puertos en el Pacífico, la corrupción en las Fuerzas Armadas y la Policía, el uso del dólar como moneda oficial facilitadora de transacciones ilegales, las fronteras porosas con países como Colombia y Perú, y los problemas socioeconómicos, incluyendo el desempleo y la falta de oportunidades.
Colombia, siendo el principal productor mundial de cocaína, juega un papel crucial en esta ecuación. El puerto de Guayaquil, epicentro de la violencia, ha experimentado un aumento constante en la incautación de cocaína en los últimos tres años. ‘Los Choneros’, banda ecuatoriana, ha sido señalada como el brazo armado de un cartel colombiano, estableciendo un patrón donde las bandas colombianas producen la droga y se la venden a las ecuatorianas para su distribución.
El modus operandi de estas organizaciones se destaca en la coordinación de envíos desde territorios colombianos como Nariño y Putumayo hacia Ecuador. Los Comandos de la Frontera, frentes 48 y 32 de las disidencias de las FARC, junto con la banda La Constru, han estado operando en la frontera desde mediados de 2020, gestionando laboratorios de procesamiento y cultivos de coca.

En respuesta a la crisis, el Gobierno colombiano ha desplegado cerca de 180 soldados en la frontera con Ecuador, acompañados por un contingente policial, reforzando pasos formales y no formales. La Cancillería en Bogotá expresó su respaldo a la institucionalidad democrática ecuatoriana, condenando los actos de violencia y solidarizándose con los afectados.
El presidente Gustavo Petro subrayó la dimensión multinacional del crimen, criticando las políticas antidrogas y señalando que la prohibición alimenta la rentabilidad de las bandas. El coronel (r) Luis Alberto Villamarín, experto en geopolítica, anticipa impactos en la seguridad colombiana y destaca la divergencia de enfoque con el presidente Petro en el manejo del narcotráfico.
Vicente Torrijos, profesor de estudios estratégicos, en entrevista con un medio local, atribuye la crisis en Ecuador a un modelo de seguridad débil, comparándolo con experiencias colombianas y desafiando al presidente Noboa a demostrar una alternativa efectiva sin recurrir al autoritarismo.

Desde la perspectiva de seguridad internacional, el puerto ecuatoriano de Manta emerge como punto estratégico para la exportación de drogas desde Perú y Colombia hacia mercados internacionales, generando implicaciones para Colombia y exigiendo una revisión de estrategias y acuerdos políticos.
Andrés Macías, experto en estudios de paz y conflicto, destaca a ese mismo informativo, la complejidad de la dinámica en Ecuador, subrayando la conexión con bandas colombianas, disidencias de las FARC y carteles mexicanos, revelando una compleja red de nexos transfronterizos.
En concordancia, César Niño, especialista en derecho internacional y seguridad, identifica múltiples fenómenos desencadenantes en Ecuador, incluyendo la explosión de violencia desde 2020, el vacío de poder tras las FARC y la segmentación de estructuras criminales vinculadas al narcotráfico, tráfico de personas y armas. Así lo señaló al mencionado medio.
Desafíos crecientes en Ecuador: Auge del narcotráfico y violencia
La situación de seguridad en Ecuador ha experimentado una intensificación marcada desde 2019, impulsada primordialmente por la actividad delictiva de Los Choneros, una banda que establece vínculos con el cartel de Sinaloa, liderado por los hijos de El Chapo Guzmán. Grupos como Los Tiguerones, Los Lobos y Los Lagartos, vinculados al cartel de Jalisco Nueva Generación y dirigidos por el conocido alias el Mencho, figura destacada entre los narcotraficantes más buscados por las autoridades estadounidenses, ejercen una influencia significativa en este complejo escenario.

La complejidad de las relaciones entre las organizaciones delictivas ecuatorianas y los narcotraficantes mexicanos se ve agravada por la presencia de actores colombianos, entre ellos las disidencias de las FARC y sucesores de grupos paramilitares que operan en los departamentos fronterizos de Nariño y Putumayo, según informes proporcionados por fuentes del Ejército y de la Defensoría.
Este entrelazado panorama de narcotráfico y violencia en Ecuador refleja un desafío creciente, donde la presencia de diversas organizaciones criminales, tanto locales como internacionales, contribuye a la complejidad de la situación de seguridad en el país sudamericano.
Operaciones de los comandos fronterizos: Desafiando la estabilidad en la región
Desde julio de 2020, los Comandos de la Frontera, una amalgama de los frentes 48 y 32 de las disidencias de las FARC, junto con la banda La Constru, han desplegado operaciones a lo largo de la frontera, gestionando laboratorios de procesamiento y cultivos de coca en una competencia directa con el Frente Carolina Ramírez.
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La historia de La Constru se remonta a su origen postdesmovilización paramilitar en 2006 en el Putumayo. Esta organización consolidó vínculos con mafias internacionales, incluyendo el cartel de Sinaloa. Su modus operandi implicaba el transporte meticuloso de cargamentos de cocaína desde Sucumbíos, una provincia ecuatoriana que alguna vez sirvió como refugio para las FARC. En este contexto, Raúl Rayes, un líder guerrillero, fue bombardeado en marzo de 2008.
En 2015, la Policía ecuatoriana capturó a Diego Mauricio Mejía Rojas, alias el Paisa, quien en ese momento lideraba La Constru. «Ya teníamos identificado a este individuo como alguien que mantenía negocios con los frentes 32 y 48 de las FARC», afirmó un investigador de la Dirección Antinarcóticos de la Policía, según declaraciones recogidas por un medio de comunicación nacional.
Episodios criminales y detenciones de relevancia
En el año 2015, la Policía ecuatoriana aprehendió a Diego Mauricio Mejía Rojas, alias el Paisa, destacado líder de La Constru, reconocido por sus transacciones con los frentes mencionados de las FARC. Otros líderes como alias el Alacrán y Gárgola dirigieron este grupo delictivo, estableciendo conexiones en el Valle del Cauca y colaborando estrechamente con el cartel de Sinaloa, así como con organizaciones delictivas balcánicas.

Paralelamente, Los Choneros han mantenido una extensa colaboración con el narcotráfico colombiano y mexicano, participando activamente en la recepción de drogas en la frontera y facilitando su envío desde puertos estratégicos como el de Guayaquil. La captura en mayo de 2020 de Jaime Adolfo Z. V. en Colombia puso de manifiesto su rol crucial en la coordinación de envíos desde Tumaco, en Nariño, hacia la frontera con la provincia de Carchi, subrayando la conexión transfronteriza.
En 2013, Jorge Luis Zambrano, conocido como Rasquiña y líder de Los Choneros, fue arrestado en Bogotá tras su fuga a Colombia. A pesar de ser liberado en junio de 2020, su asesinato en diciembre del mismo año en Manta, Ecuador, desató una espiral de violencia y caos en el sistema carcelario. En la actualidad, Fito, señalado como el nuevo líder de este grupo delincuencial, se encuentra en el epicentro de la crisis de seguridad, marcada por su escape.
Fuente: Sistema Integrado de Información.