Por Guillermo Acosta Vasquez
Lograr los mejores resultados posibles en una empresa, es el objetivo final que tienen en mente todos los directivos, solo que ese pensamiento, no pasa de ser un deseo, que no siempre se traduce en hechos reales, ya que, en algunos casos, no se tiene la claridad suficiente de qué hacer y cómo hacerlo, para obtener los mejores resultados de manera gradual y sostenible.
Históricamente en las empresas se han implementado múltiples modelos de gestión corporativa, que tienen como objetivo optimizar los resultados finales, solo que muy pocas lo logran satisfactoriamente, ya que algunos modelos de gestión, aunque bien diseñados, se han implementado inadecuadamente por múltiples razones, siendo unas de las fallas más importantes, el de la falta de objetivos smart a corto y largo plazo y el insuficiente análisis de los resultados.
Afortunadamente, tanto para la fijación de objetivos como para el análisis de los resultados, existen varias herramientas muy eficientes, que ayudan a su adecuado manejo.
Los objetivos claves a largo plazo, (OKRs) también llamados objetivos estratégicos, son vitales, por lo cual solo deben ser definidos, por los directivos de la empresa y por las gerencias de áreas, dando por hecho que ambos niveles, deben estar conformados por personas conocedoras tanto de la empresa como del mercado ya que dichos objetivos, son los que le darán a la empresa un futuro de largo alcance, el cual se construye en el presente, con el personal actual, que tenga la capacidad suficiente de traducir los objetivos en planes de trabajo, específicos, con responsables de su ejecución, que puedan ser medidos en cantidad y el tiempo y que estén atados a un modelo de consecuencias.
Cada área de la empresa debe proponer uno o dos OKRs y después de varios debates, se definen, cuales se ejecutan, escogiéndolos por disponibilidad presupuestal y por su impacto en los resultados que se quieran obtener.
Esos objetivos claves a largo plazo, (OKRs) pueden ser, la apertura de una nueva área de la empresa, la apertura de una nueva sucursal o zona, la incorporación de una nueva línea de productos, la ampliación de la planta de producción, la renovación de equipos de trabajo, la compra de un nuevo software, el tercerizar alguna actividad y muchos otros objetivos, que se crea puedan aportar a la creación de una mejor empresa.
También están los objetivos a corto plazo u operativos, que son los que dan presente, los cuales parten de los resultados actuales más el incremento o mejora que se quiera obtener y regularmente su gestión, son responsabilidad de los mandos medios, los cuales pueden ser, tales como cumplir con los presupuestos de ventas, de gastos, de rotación de inventarios, de rotación de cartera, de mantenimiento preventivo y correctivo, de despachos a tiempo, de la entrega oportuna de los estados financieros y otros, que aporten al buen funcionamiento del día a día.
Los indicadores de desempeño por los resultaos o KPIs, tanto de los objetivos estratégicos u operativos, permiten evaluar el nivel del logro de cada objetivo, para lo cual, para los primeros, se deben colocar, una especie de metas volante, o logros parciales, con especificaciones cuantitativas, que se evalúan mensualmente y que regularmente están atados a bonos trimestrales o semestrales, que podrían llegar a hasta un 20% del total de los ingresos.
En cuanto a los KPIs de los objetivos operativos por áreas, estos pueden ser un máximo de seis u ocho, ya que no debe caerse en el error de colocar demasiados, ya que solo se debe medir lo que realmente importa y aporta al grueso de los resultados finales y su revisión suelen ser semanales y su compensación, que, regularmente es salarial, podría significar en promedio un 50% del total de los ingresos.
No basta con determinar con cual modelo de gestión se trabajará, lo realmente importante es su implementación y gestión en el día a día, para lo cual a veces es necesario la guía de un externo.
Consultor gerencial
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