En el marco del Día de los Difuntos, el Papa Francisco se trasladó al cementerio dedicado a los militares de la Commonwealth que perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial en Roma. El camposanto que alberga 426 tumbas, está situado en el barrio de Testaccio en la capital italiana.
Conmoviendo a todos, el papa recorrió los pasillos del camposanto en silla de ruedas, observando las lápidas blancas que conmemoran a los valientes soldados británicos, canadienses y sudafricanos.
Su mirada se detuvo en las edades de los caídos, la mayoría de ellos jóvenes de entre 20 y 30 años, vidas truncadas y futuros arrebatados. En su homilía, el Papa compartió el dolor de los padres y madres que recibieron la noticia de la pérdida de sus hijos como héroes, pero a quienes les fue arrebatada la presencia de sus seres queridos.
El Sumo Pontífice también hizo eco de las guerras modernas y su devastación, especialmente en Europa y más allá. En sus palabras, hizo un apasionado llamado al Señor por la paz en el mundo en este Día de Difuntos, instando a que «la gente ya no se mate en las guerras».
El papa subrayó que «las guerras son siempre una derrota» y enfatizó la falta de una victoria total, resaltando el alto precio que se paga por el odio.
En ocasiones anteriores, el religioso ha utilizado cementerios militares para rendir homenaje a las víctimas de la guerra, destacando su compromiso con la paz y su llamado a poner fin a los conflictos en todo el mundo.
Asimismo, ha realizado numerosos llamamientos para el cese de la guerra en Ucrania y en el reciente conflicto entre Israel y Hamás, subrayando la importancia de la paz en todas las regiones afectadas por los conflictos.