[Editorial] Votemos por los mejores

Muchas veces los sufragantes tienen dudas respecto al perfil que debe tener el candidato por el cual desean depositar su voto, entre una gama de aspirantes es posible que aparezcan dudas en torno a cuál es el que reúne las mejores condiciones y eso es normal, porque la regla general es precisamente la convicción de que cuando depositamos nuestro voto estamos escogiendo al mejor, claro si lo que realmente deseamos es el beneficio para toda la ciudadanía, sin distingo de colores políticos.

Indiscutiblemente en estos días se observa gran expectativa a nivel local, regional y nacional, para la escogencia de gobernadores, diputados, alcaldes, concejales y ediles, prevista para este domingo 29 de octubre, esto trae consigo la necesidad de elegir a los mejores candidatos, es algo que desde ya se percibe en el ambiente, de ahí la importancia que los aspirantes  hayan presentado   propuestas benéficas  para que los electores tengan de donde escoger.

Eso sí, debemos estar seguros que no podemos votar por personas que solo aparecen en época preelectoral con pasmosa generosidad, repartiendo toda suerte de artículos y hasta dinero en efectivo; generalmente a las comunidades más pobres y olvidadas o entre ‘líderes’, que solo persiguen su beneficio personal.

Como se sabe, el perfil de un buen candidato se caracteriza por mostrar una hoja de vida intachable, siempre ha estado al pie de su comunidad y no aparece a última hora como supuesto redentor; que el origen de los recursos con que financia su campaña no produce dudas, tiene buenas ideas, experiencia, excelentes relaciones a nivel nacional, sus propuestas son realizables, nunca ha tenido problemas judiciales, no es populista y siempre se le ve  acompañado de gente de bien y además no es egoísta con los que lo acompañan.

Realmente la política en Colombia tiene muchos lados oscuros: el conflicto armado, el narcotráfico, la corrupción y últimamente los vándalos                                                                 en la cual continúan apareciendo conocidos ‘caciques’ políticos, además de la debilidad o indiferencia del Estado, que ha agudizado la crisis institucional.

En la actividad política –en algunos casos– se ha llegado a graves extremos, con hechos que han producido una enorme vergüenza dejando al país en una crucial situación.

Por eso uno de los rescates tiene que ser el del sistema electoral, esa sombra de fraude que siempre le resta legitimidad a sus resultados y dejan incertidumbres para muchos candidatos con respecto a las elecciones, en donde siempre deberá predominar el espíritu cívico que ha caracterizado a los buenos barranquilleros, atlanticenses y colombianos.

Es necesario que se  garanticen controles  efectivos, para evitar que las maniobras fraudulentas, con apoyo del dinero y de las armas, vuelvan a convertirse en corrientes que enturbien la voluntad de los ciudadanos de bien expresada en las urnas.

Lo que falta de ahora hasta las 4 de la tarde  del 29 de octubre, seguramente será un período netamente electoral y todo indica que la controversia y la agitación alcanzarán niveles de mayor intensidad con relación a  debates anteriores.

De todas maneras, las campañas de los diferentes candidatos no tienen por qué convertirse en campos de agravios e insultos, lo importante es que se propicie el mejor conocimiento de las necesidades más sentidas de la comunidad que el próximo domingo acudirá al llamado de la democracia.