Entre la Claridad y la Negación: Reflexiones sobre el Fallo Villalva y el Espectáculo Jurídico en Santa Marta.

Por Constantino.

En el epicentro de un debate jurídico que ha sacudido nuestra comunidad, me encuentro, gracias a la insistencia juguetona y el leve chantaje de mis allegados, compartiendo mis reflexiones sobre el remolino que se ha formado en torno a las decisiones del Juez Villalva y el Tribunal. A pesar de la tempestad que se ha desatado en nuestra ciudad, percibo una falta de sustancia en la histeria colectiva.
El alboroto parece ignorar un hecho clave: la distinción entre las tutelas no es una invención del Juez Villalva. De hecho, la Magistrada Isis Ballesteros, con la precisión de un cirujano, delineó las diferencias, decidiendo con firmeza contra la acumulación de casos. Lo que tenemos, en esencia, son caminos legales divergentes, cuyo entrecruzamiento el Tribunal ha negado meticulosamente.
El Juez Villalva, en su fallo, se elevó más allá del lenguaje jurídico arcano, proporcionando claridad con una elocuencia accesible para el lego. Si las razones esgrimidas aún flotan en las brumas de la incomprensión para algunos, es porque, quizás, han optado por cerrar sus ojos a la claridad del día.
La confusión entre el público general podría tener su encanto, pero lo verdaderamente desconcertante es la danza de desinformación presentada por aquellos que portan el manto de la erudición legal. A mis respetables colegas, les urjo: cuando se aventuren en el turbulento mar de las redes sociales, háganlo con el ancla de la veracidad legal. Persistir en conectar los fallos separados del Tribunal con los procesos en el Juzgado 4 Laboral, a pesar de las claras demarcaciones establecidas, es desviar la brújula legal hacia la fantasía.
Con la decisión del Juez Villalva, mi mente viajó a los días enriquecedores en la Universidad del Magdalena, soñando con debates que se elevan por encima de la frivolidad y la diatriba personal. Mis clientes, figuras políticas del momento, aguardaban con impaciencia, vislumbrando discusiones de un calado raramente visto, era la hora de hacer valer el titulo de Mater en Derechos Humanos.
No obstante, la realidad fue un duro golpe. Nuestra sociedad ha demostrado su preferencia por la seducción del escándalo, por el eco de voces sin fundamento, relegando la sustancia a un segundo plano. La pregunta persiste: ¿Han dedicado siquiera un momento a entender las resoluciones del Tribunal y el Juzgado 4 laboral?
Peor aun, es preocupante observar la ligereza con la que el Registrador Nacional, guardián de la integridad electoral, ha sembrado dudas, valiéndose de su pluma no para esclarecer, sino para oscurecer. ¿Cómo enfrentará el espejo de la verdad, cuando las mismas sentencias que emitió el tribunal le devuelvan una imagen contraria a sus afirmaciones? ¿Cómo restituirá la confianza que sus palabras han erosionado? Como volvera a renacer su “pluma de la falsedad”?

Al final, hay poco que añadir ante la sordera elegida. El Tribunal ha hablado: son tutelas distintas. Si la negación persiste en algunos colegas y en el público, es una obra de teatro cuyo final, temo, ya fue escrito con las palabras del Registrador “no contar los votos”. Una solución devastadora para la democracia participativa.