Historia de la Oración a la Patria
Por: César Castaño Rubiano, capitán veterano del ejercito (Curso Centenario de la Constitución Nacional).
El 1 de junio de 1928, en la celebración del 21.er aniversario de la fundación de la Escuela Militar de Cadetes, llevada a cabo en los antiguos cuarteles de San Diego (en el lugar que ocupa el Hotel Tequendama, en Bogotá, D. C.), un sacerdote de gran porte, cuya voz tronaba en cada rincón del claustro, ofreció una arenga patriótica que emocionó a los asistentes. A partir de esa fecha, el ‘cura Galindo’ (nombre que le dieron sus primeros discípulos militares) consagraría su vida al servicio del Ejército.
Pedro Pablo Galindo Méndez nació en Facatativá, Cundinamarca, en 1890 y se ordenó sacerdote en 1914. Inicialmente, ejerció su ministerio en parroquias de su departamento y, luego, como capellán de la Penitenciaría Central o panóptico (sede actual del Museo Nacional). Por la fama que alcanzó entre los militares, fue nombrado capellán de la alma mater de la oficialidad, en 1930, y se convirtió en consejero y abogado de ‘causas perdidas’ de cadetes y alféreces.
Durante el conflicto con el Perú (1932-33), el padre Galindo, ‘armado’ del don de la palabra y una simpatía entusiasta (que no reñía con la disciplina), marchó junto a las tropas. En 1940, el gobierno lo nombró capellán general de las Fuerzas Armadas y adelantó una labor incesante hasta lograr que la Santa Sede aprobara la creación del clero castrense en 1949.
En Colombia, se considera que la tradición del clero militar inicia con Fray Domingo de las Casas, capellán de las tropas de Gonzalo Jiménez de Quesada. En la época de la Independencia, numerosos sacerdotes abandonaron sus parroquias, animados por la causa libertadora, y se convirtieron en capellanes de los ejércitos de Bolívar y Santander.
Monseñor Galindo (prelado de honor de su Santidad) alcanzó gran fama en Colombia y en el exterior por sus calidades como orador sagrado. Educador y lector consumado, experto en historia civil y militar, dominaba a la perfección el griego y el latín; no obstante, fueron sus discursos públicos y sus homilías evangelizadoras y aleccionadoras las que elevaron su fama. En 1973, le fue otorgado el grado de brigadier general honorario y falleció al año siguiente. En la Escuela Militar, fue erigido un busto en homenaje a su vida y obra.
No se conoce con precisión la fecha en que compuso un texto de significado excepcional para el mundo militar y policial, conocido como la ‘Oración a la patria’. Quien haya pisado alguna vez un cuartel, en calidad de soldado, marino, piloto, infante o policía, puede recordarla sin mayor esfuerzo.
Así dice esta oración que hoy evocamos como homenaje a los hombres y mujeres que integran el Ejército Nacional, en su 213.er aniversario: “Colombia, patria mía, te llevo con amor en mi corazón, creo en tu destino y espero verte siempre grande respetada y libre. En ti amo todo lo que me es querido, tus glorias, tu hermosura, mi hogar, mis creencias, las tumbas de mis mayores, el fruto de mis esfuerzos, la realización de mis sueños. Ser soldado tuyo es la mayor de mis glorias, mi ambición más grande es la de llevar con honor el título de colombiano y llegado el caso, morir por defenderte”.
Adenda: Para no incurrir en equívocos, vale la pena aclarar que por un Decreto expedido en 1978 (1461) se consagró el 7 de agosto como el día del Ejército Nacional (en reconocimiento a la victoria en Boyacá). Sin embargo, fue el 23 de julio de 1810, cuando se creó la primera unidad militar de la república naciente: el Batallón de Voluntarios de la Guardia Nacional, al mando del teniente coronel Antonio Baraya.
- Miembro de las academias de Historia Militar y del Quindío.