Los casos delincuenciales que se han registrado en Barranquilla y su Área Metropolitana como también en otras localidades del departamento del Atlántico en los últimos días –los que incluyen masacres– han servido a la comunidad para expresar la solidaridad y la plena disposición de colaboración con las autoridades para que así se constituya la alianza estratégica perfecta a la que hemos hecho referencia en este mismo espacio editorial; consideramos que esta puede ser una de las formas para alcanzar y mantener la seguridad que tanto se ha quebrantado en los últimos días.
Las noticias continúan siendo abundantes en nuestra Crónica Judicial, sobre todo respecto a la narración de hechos de sangre que involucran a personas que incluso tienen entre ellas parentescos consanguíneos o de afinidad, entre las que el celo, el deseo de apropiarse de algo que no le pertenece, parecen ser las motivaciones fundamentales por las que se producen tantos asesinatos y otra cantidad de delitos aquí en Barranquilla, los cuales no parecen ser aislados, ni tampoco ocurren exclusivamente en sectores subnormales de nuestra urbe.
Si bien es cierto que la delincuencia sigue haciendo de las suyas en diversos sectores del perímetro urbano de la capital del Atlántico, también lo es que a nivel nacional la situación sigue empeorando cada día, tal como le hemos relatado en nuestras páginas.
Algo muy cierto alrededor de este tópico es que la persistencia de los grupos al margende la ley, de atentar contra la tranquilidad ciudadana, está logrando unir a los barranquilleros de bien, para combatirlos, no solamente con el accionar directo de la Fuerza Pública representada en la Policía, sino también a través de la información oportuna, que con el paso del tiempo se está convirtiendo en un arma poderosa.
La realidad es que aquí en Barranquilla hay que convivir con varios tipos de violencia: la que ocasionan los grupos armados ilegales, la acción del hampa callejera y últimamente la violencia intrafamiliar.
Los delincuentes no pierden oportunidad para actuar, pero igualmente saben que en cualquier momento pueden caer y es muy probable que sean quienes están a su alrededor, los encargados de denunciarlos.
De ahí la importancia que la comunidad se organice para protegerse de todos aquellos que la amenazan, organización que, por supuesto, debe ser coordinada por las autoridades competentes.
Está claro que la delincuencia común se ha movido últimamente con el empleo de todos sus recursos insospechados y ha generado una grave situación de criminalidad y Barranquilla lamentablemente se ha convertido en uno de sus escenarios.
No hay que desconocer casos concretos relacionados con la conformación de bandas delincuenciales que se desplazan por todos los rincones de Barranquilla; pero también para abordar la temática de la resocialización, así como la generación de ideas y espacios para que quienes delinquen retomen el camino correcto.
Las pugnas por el control del expendio de drogas, son hechos inocultables en nuestra urbe; en muchos barrios de Barranquilla y de Soledad persisten desde hace ya muchos años estos enfrentamientos.
La denominada guerra entre pandillas está obligando a la Policía a realizar constantes operativos en barrios como Rebolo, La Chinita, La Luz, Zona Cachacal, Las Flores, El Bosque, Las Gardenias, Las Malvinas y otros tantos, donde se libran feroces luchas y no encuentran justificación para dirimir sus controversias, mecanismos diferentes a empuñar un arma y pelearse el control de la venta de drogas prohibidas.