La infamia agonizante

Por David Turbay Turbay

Jorge Luis Borges, anotó que Dios se hizo hombre hasta la INFAMIA, hombre hasta la reprobación y el abismo. Para salvarnos, pudo elegir cualquiera de los destinos que traman la perpleja red de la historia; pudo ser Alejandro o Pitágoras, o Rurik. Jesús eligió un ínfimo destino, que fue Judas.

La Patria tiene traidores. Será que la infamia conduce a salvar al mundo? Hace merecer ella un rechazo más grande? Impone rectificaciones que aseguran que la justicia, como Poncio Pilatos, no se lave las manos? Las crucificaciones pueden erigir al gran resucitado?
Interrogantes de los mortales. Mirabeau, decía que el hombre es una bestia mala y estúpida, que la justicia es una infamia, que el amor es una porquería. Pienso que es una generalización sin bases rotundas, que sienta bases para los debates.

Vivimos en una sociedad bajo amenazas de leyes opresivas, ante instituciones abominables, que son la inversión de la naturaleza y de la razón primitiva? Es un interrogante a responder. Hay piltrafas humanas que aseguran para sí, el que hay momentos en la vida en que tenemos necesidad de ser canallas, de ensuciarnos hasta adentro, de hacer alguna infamia, de destrozar para
siempre la vida de un hombre.

Yo me resisto a aceptarlo. Mi resistencia y mi indignación jamás cohabitarán con la infamia. El hombre recto, tiene que acreditarlo siempre. El hombre bueno no puede ser el abusador con sus procederes deshonrosos.

Yo me he convertido en el predilecto objetivo de un grupillo miserable. Han hecho del perseguirme su razón de vida. Su obsesión, lo pienso, ha llegado hasta el abismo mental de pensar que sin mí, no son nada. No hay día en que no urdan en mi contra, que no presionen a los rectos que caen ante halagos o temores.

Pero las instituciones deben ser blindadas. Deben asegurar el intocable recto proceder. Yo, como Sabina, me considero un rojo, sin diminutivos. Soy de los que cree que esta infamia de mundo en que nacimos puede cambiar de alguna manera. Lo que se ha registrado es que muchos de los cambios logrados conducen al precipicio y no a darle alas ciertas y poderosas a lo justo.

Hemos llegado al extremo de preguntarnos con Balzac, de cuántas infamias se compone un éxito? Oropeles triunfantes de la bastardía moral que pululan por los caminos de la miserableza y de las podredumbres humanas.

Conductas que adoban la pérdida de la fe en las instituciones y erigen en falsos vencedores de la tartufa vida, a quienes la codicia, inferioridad y complejos, y su vocación de esclavos, escogieron como caretas indignas que deben desenmascararse y rechazarse aun suicidamente siempre.

El alcohol, el sexo desbordado, las drogas en silencio, los escaparates de sus verdaderas condiciones, construyen los monstruos de vilezas, casi siempre.

Baltazar Gracián señala de tener gastada la fama propia, es cuidarla de la infamia ajena. Dos días antes de se acabara el siglo veinte, se masacraron derechos que eran intocables. Ese día decapitaron los sueños dignos de una incomparable región de la República, cuya fuerza y esplendor habitan en la espera. Un ser humano fue estrangulado por cobardes, que ni siquiera dieron la cara para responder por su crimen.

Para mí, solo para mí, ese 29 de diciembre ocupa ya su lugar en la historia de la infamia. Y lucharé contra ello, hasta el último segundo existencial.

Los verdaderos autores eran una mezcla de príncipes y bandidos que se creían ungidos para ser amos del mundo. Su alma fue oscureciendo resbalando a la infamia cruel, casi sin darse cuenta. Lo tengo claro, no tenían en su corazón suficiente valor ni demasiada grandeza para no resignarse a ser unos canallas.

Aquí estoy, solo, sin medios, librando la muy difícil batalla rehabilitadora. Es ella la epopeya de mi vida y mi contribución a un mejor mundo. Es un testimonio de dignidad y de pureza. Lo repito, estoy golpeado pero no vencido. La razón es de quien tiene el coraje de sostenerla. Un día las masas no resistirán más, lo digo yo que no soy comunista, ni socialista ni anarquista. Soy solo un valiente herido, que aún tiene mente, corazón y ganas batalladoras para derrotar mentiras e injusticias. Cuando hay una tormenta, recordémoslo, los pajaritos se esconden, pero las águilas vuelan más alto.

Alguien dijo que la moderna técnica de la infamia consistía en inventar dos mentiras y conseguir que el pueblo discuta acaloradamente sobre cuál de ellas es la verdad. Qué horror. Que Dios los perdone.

Yo ruego a Dios que me permita perdonarlos. Yo no les guardo rencor, pero tampoco tengo amnesia.

Sé que el rencor afecta mi autoestima, es un abismo sin fondo, es un páramo sin fronteras.

Acataré el consejo de Jean Paul Sartre: Si no estás muerto todavía, perdona. El rencor es denso, es mundano. Déjalo en la tierra, muere liviano!!