*Testimonio de una pérdida. Los mandatarios del departamento deben limitarse a presidir los consejos superiores y su peso dentro de ese organismo colegiado es de un (1) voto dentro de los nueve (9) miembros que lo conforman
Por: José Gabriel Coley, Filósofo Uniatlántico
A nuestra Institución, la Constitución Política de Colombia de 1991 (artículo 69) la definió como “ente universitario autónomo” y no como establecimiento público que era la condición histórica que teníamos las universidades del Estado.
No obstante, a la Universidad del Atlántico los gobernadores de turno la continuaron manejando como si fuera una Secretaría más de su despacho, administrando incluso los recaudos producidos por la estampilla pro-ciudadela, los cuales no solo son para construcción sino también para expansión, mantenimiento y dotación.
Los mandatarios del departamento deben limitarse a presidir los consejos superiores y su peso dentro de ese organismo colegiado es de un (1) voto dentro de los nueve (9) miembros que lo conforman.
La Universidad debe manejarse a sí misma igual que todos sus recursos entre los que se cuentan lo obtenido por el impuesto pro-ciudadela, junto con sus propiedades, algunas de las cuales nos han sido despojadas, como la granja experimental de Malambo ubicada a la altura del aeropuerto Ernesto Cortissoz (donde funciona el batallón Vergara y Velasco), el Castillo de Salgar y el edificio de Codeba allende a la sede centro. Estas tres localidades hay que reclamarlas pues son parte de nuestro patrimonio material. Hoy vamos a referirnos a la última.
En un escrito suyo Gaspar Hernández, que se desempeñó como secretario general de la Universidad, el lote de 7.300 metros cuadrados donde se levantó con arquitectura republicana el primer plantel público de bachillerato de Barranquilla, (en la esquina de la carrera Progreso con la calle Bolivia), fue donado al departamento del Atlántico por la familia de filántropo José Francisco Insignares Sierra, quien fuese gobernador. La forma como se conformó el claustro, según el urbanista Porfirio Ospino (citado por Hernández), era de 2 pisos con 22 salones amplios que giraban alrededor de un patio central con un atalaya o torre para que sirviera de observatorio astronómico, con ritmo y proporciones en su fachada de gran atractivo para el contexto del entorno. De ese colegio, en su época de esplendor, fue rector Julio Enrique Blanco hacia finales de los años 30 del siglo XX antes de que el filósofo emprendiera la tarea de crear la Universidad del Atlántico.
La Ordenanza número 38 del 5 de diciembre de 1958 traspasó posteriormente ese inmueble a la Universidad del Atlántico (estando todavía funcionando allí el colegio de Barranquilla), mientras esta buscaba otras instalaciones para reubicarlo, lo cual ocurrió en el año 1972. Para entonces el Instituto Industrial con presupuesto nacional, había construido su propia sede en la vía al aeropuerto frente al INEM y a esa planta física que pertenecía a la Universidad desde su fundación (junto con el Instituto de Tecnología, la escuela de Bellas Artes y el castillo de Salgar, artículo 3º de la ordenanza 42 del 15 de junio de 1946), fue trasladado el Codeba. Así el Alma Mater, en razón a su crecimiento, toma posesión del edificio que le pertenecía desde 1958 el cuál colinda con la sede Centro.
Tomado de: Pepe Comenta