Petro se hubiera caído solo, si existiera proyecto político de oposición con objetivos nacionales

Por Luis Alberto Villamarín Pulido

La improvisación, la corrupción, la descomposición interna, la incoherencia en sus posiciones políticas, la incompetencia e ineptitud de sus funcionarios, las rivalidades internas, la insostenibilidad de sus cenozoicos proyectos comunistas de desgobierno, y la cada día más baja popularidad del inquilino más incapaz que ha sentado en el solio de Bolívar, indican a todas luces, que si en Colombia existiera una oposición seria, organizada, estructurada con objetivos nacionales, políticas de Estado, planes de gobierno y directrices claras, ya el señor Gustavo Petro habría salido del cargo que nunca debió ocupar.

Tal como están las cosas, con la sumatoria de escándalos derivados de la destitución de Roy Barreras, la investigación por los non sanctos pasos de su hijo: Nicolás; el abuso por ignorancia y arribismo de la inepta vicepresidente; los continuos fracasos de sus trasnochadas ideas comunistas, mediante reformas populistas y peligrosas para la democracia. Es obvio que una serie de marchas similares a las que Petro y la izquierda impulsaron contra el limitado gobierno Duque, sacarían del poder al actual mandatario.

Mejor dicho: él se iría solo, porque su único margen de maniobra, sería convocar a los vándalos y los resentidos a destruir las ciudades. Pero… quizás muy pocos le caminarían ante semejante desprestigio presidencial.

Infortunadamente, la mal llamada derecha, colmada de corrupción, descomposición interna, carnaval de egos, miopía total de país, carencia de estructura, autosuficiencias y expertos en lo divino y en lo humano; ni se organiza ni deja que nadie se organice, producto de las viejas marrullas politiqueras, en cabeza de sus caiques electorales, y sus mesiánicos salvadores…

Como ha sido siempre la forma errada de hacer política en Colombia.

Desde hace unos años, las reservas de las Fuerzas Militares y Policía, han venido exteriorizando el deseo de integrarse a la política del país. Algo muy necesario. De hecho, algunos lo han intentado y otros lo están intentando. Decisión loable, digna de elogios, de solidaridad y también de llamado a la reflexión.

La grave crisis política que padece actualmente Colombia, acrecentada con el desgobierno Petro, sólo tiene solución política. No de facto. Tampoco de populistas encantadores de serpientes que descubren la importancia del agua en la navegación fluvial, y se autoproclaman los salvadores de Colombia, vociferando lo que todos sabemos:
Que Petro nos quiere llevar al comunismo.

Las soluciones políticas las proporcionan los proyectos políticos de los partidos políticos. No los caudillos mesiánicos, que piden ser seguidos por multitudes ciegas.

La razón es sencilla: Quienes proponen soluciones populistas, rimbombantes y autoelogiosas, son parte del problema, no de la solución. Su interés es personal. Son más de lo mismo… Y se dan silvestres en la fauna y la flora de la politiquería colombiana.

El camino lógico es la construcción de un proyecto ordenado, que con base en una estructura sólida y una militancia poseída de ideología, identidad, estrategia y organización que gravite alrededor de una cultura organizacional, cimentada en objetivos nacionales, políticas de Estado, programas de gobierno y puertos de llegada para cada proceso.

Si la autoleogiosa derecha, o las reservas de la Fuerza Pública, tuvieran ya ese esquema, los días de Petro en el Palacio de Nariño estarían contados, pues el pueblo en su conjunto, lo forzaría a renunciar por chambón, por resentido, por instigador de odio, por incapaz para gobernar y por ser un pésimo mandatario, quien con sus actuaciones des institucionaliza, en lugar de cohesionar país hacia un mundo progresivo y proactivo.

Parte de la solución es que Petro salga del poder, forzado por el propio peso de su ignorancia e incompetencia, pero la otra parte de la solución es tener un proyecto serio que enrumbe a Colombia, hacia nuevos horizontes, diferentes a seguir en lo mismo de siempre que pretenden casi todos quienes se autoatribuyen liderazgos de oposición.

¡Colombianos, manos a la obra!