No cabe duda que en la historia política de Colombia no había existido tantas controversias alrededor de un proyecto de reforma sometida a la consideración del Congreso de la República, como la presentada por el presidente Gustavo Petro, en lo atinente al actual sistema de salud.
La verdad es que no produjo sorpresa el hecho que seguidores cercanos al primer mandatario de los colombianos, luego de presentado el proyecto de la reforma del sistema de salud en Colombia, hayan salido a las calles en defensa de esta iniciativa gubernamental y para protestar contra cualquier ápice de oposición a la referida propuesta, aduciendo que se trata de uno de los cambios por los cuales votaron más de nueve millones de colombianos, en el pasado debate electoral, tendiente a escoger al actual Presidente de la República.
En la otra cara de la moneda es muy posible que no exista mejor oportunidad que esta iniciativa presidencial, para que los congresistas respondan a sus electores, de acuerdo a su convicción, respecto a lo benéfico o perjudicial de la referida reforma.
Consideramos que el análisis a profundidad de este proyecto de Ley –al que hoy hacemos referencia– es una grandiosa oportunidad, para que los componentes del Congreso respondan a sus electores y para que cumplan con dignidad su importante papel de legislador, que los dignifique como representantes de los intereses de la sociedad colombiana en general.
Y es que hasta ahora ningún argumento ha servido para disuadir al gobierno del presidente Gustavo Petro de que el sistema de salud sí es verdad que necesita una reforma, pero no en la magnitud de la que se está proponiendo.
Esto teniendo en cuenta que las encuestas de opinión, –tres en los últimos meses– establecieron el buen nivel de satisfacción de los colombianos con las E.P.S.
Es evidente que el Gobierno no le cree a la encuesta de la Andi, como lo insinuó el presidente Petro, pero es pertinente recordar que el propio Ministerio de Salud reveló recientemente una encuesta entre 20.000 personas en la que cuatro de cada cinco usuarios se sienten satisfechos con el actual servicio prestado por las EPS y los índices de satisfacción del régimen subsidiado, es decir la salud de los más pobres, son mayores que en el contributivo en donde están incluidos los que pagan.
Como se sabe, en un sistema político como el nuestro se elige a los presidentes para que –entre otras cosas– proponga los cambios que crea necesario para mejorar el funcionamiento del Estado.
No obstante, es el Congreso de la República, como órgano de representación de los distintos conglomerados de interés del pueblo, el que le emite o no el visto bueno a sus propuestas, luego de estudiadas y discutidas entre todos.
Ciertamente, el actual sistema de salud es un logro de los colombianos como sociedad, es un sistema construido durante más de 30 años, con la aceptación de la mayoría de sus afiliados, de ahí que la reforma que se está planteando, no cuente con la aceptación necesaria para convertirse en Ley estatutaria, de acuerdo a la más reciente encuesta, cuyo resultado estableció que el 63% de los colombianos no está de acuerdo con que se eliminen las EPS, lo que en la práctica ocurre con esta reforma.










