Son pocos los barranquilleros que se detienen a analizar que una de las causas del incremento de la delincuencia puede ser el descontrolado crecimiento de la natalidad, lo que acrecienta las dificultades económicas de muchas familias que se radican en esos barrios marginales.
Es allí donde la falta de oportunidades tiende a transformar a los jóvenes en violentos, un fenómeno que se presenta desde tiempo atrás y tal vez se observará por mucho tiempo con los mismos signos de pesadilla social; ojalá nuestras autoridades se detengan a analizar este fenómeno que se ha entronizado en las ciudades más populosas de nuestro país.
Tampoco se han percatado de la estrecha relación que pueda existir entre la poca presencia del Estado en algunas zonas vulnerables y el fenómeno de la violencia juvenil, especialmente en las grandes urbes de Colombia.
Fue precisamente la violencia la que obligó a cientos de humildes ciudadanos a desplazarse hacia los grandes centros urbanos como Barranquilla, la mayoría procedentes de áreas rurales y últimamente de la hermana república de Venezuela, con la salvedad que no todos llegaron con la consigna de conformar los grupos delincuenciales a los cuales ya nos habíamos referido en este espacio editorial.
No cabe duda que en lo referente a este tópico las autoridades gubernamentales y la fuerza pública deberán combinar esfuerzos y voluntades para otorgarles a esas familias –excluyendo a los malhechores– las suficientes garantías de seguridad y supervivencia, por cuanto no hacerlo se le está dando pie a los grupos delincuenciales la facilidad para agudizar y concretar sus actos ilegales.
La situación de los desplazados –por ejemplo– constituye un hecho para tener en cuenta, para ellos es necesaria toda la ayuda y colaboración posible y hacia ese objetivo deben centrarse los gobiernos nacional, departamentales, municipales y distritales, brindándoles facilidades para que así puedan nuevamente integrarse a la vida cotidiana y productiva, con mejores prerrogativas y condiciones.
Por eso insistimos a las autoridades en el cumplimiento de esa obligación, porque no se puede dejar de lado ni mucho menos olvidar esta problemática que hoy viven miles de familias en diferentes zonas por causa de la violencia.
Hoy celebramos la noticia referente a que la actual administración distrital seguirá fortaleciendo el programa Familias en Acción que en Barranquilla ha tenido ciertos efectos positivos.
Afortunadamente en el caso de nuestra ciudad, existen avances en cuanto a la complementación de ciertas metas; es así como los integrantes de las familias identificadas en la capital del Atlántico deberán alcanzar logros específicos.
Por ejemplo, la Alcaldía Distrital aspira que los niños y los jóvenes estén vinculados al sistema educativo y mejor nutridos, muchos hogares tendrán un mejor alojamiento y algunos de sus miembros estarán mejor capacitados para asumir un empleo.
Gracias a la gestión, muchas de las personas quedaron incluidas entre los 2 millones quinientas mil familias que el Gobierno nacional proyecta sacar de la pobreza, a través del mencionado programa social.
No obstante, para este plan es necesario garantizar no solo el cumplimiento sino fortalecerlo con mayores recursos para evitar que todo el esfuerzo pueda perderse y se fracase en la intención de reducir la pobreza en muchos sectores de nuestra nación.









