Por: Erwin Lechuga
Llegan a mi mente los recuerdos de tiempos en que hombres de la fuerza pública, luego de defenderse como fieros guerreros caminaban derrotados, en sus rostros se leía el cansancio de extenuantes horas de combate y el miedo a ser ultimados de manera cobarde.
Son imágenes tristes, de mucha impotencia, que al final nos dejaba conocer la incapacidad del Estado para preservar el orden constitucional y legal asediado por delincuentes, escondidos en la retórica de defender al pueblo que ellos mismos asesinaban.
Los recientes hechos de orden público ocurridos en el Caquetá, en los que un grupo de indígenas arremetió violentamente contra las instalaciones de una empresa petrolera, actuando además sin un mínimo de respeto por la vida e integridad de miembros de la policía nacional pertenecientes al Esmad, me transportaron al pasado.
Por más de 24 horas 78 policías y civiles, estuvieron secuestrados por la guardia indígena, mientras a una corta distancia reposaba el cuerpo inerte de un miembro de la institución al que le habían quitado la vida con arma blanca, todo esto sucedía mientras el gobierno nacional insistía una y otra vez en que había sido una retención.
Más allá de la destrucción material de una infraestructura que puede recuperarse, hubo dos homicidios, un secuestro de servidores públicos que estuvieron siempre en peligro de muerte, mientras en Bogotá se daban ordenes desde un escritorio.
Siento una ausencia profunda en el cargo de ministro de defensa de este país, veo a la persona que ocupa ese cargo y percibo un vacío, una nada, un ente de carne y hueso que se acerca mucho a un muñeco de trapo que no tiene vida.
Para ejercer un liderazgo hay que sentirlo, hay que vivirlo, hay que dejar que te penetre las entrañas, y no percibo eso del señor Velázquez, ministro de defensa, que dice ser una fiera en la lucha en contra de la corrupción.
Si se ha mostrado exigente con aquellos quienes desangran los recursos del Estado, debería serlo doblemente con salvaguardar la vida de los hombres a quienes dice liderar, no existe otro camino, hay que tener coherencia.
Finalizando el mes de febrero en 48 horas fueron asesinados tres policías en el Catatumbo a manos de francotiradores, otro, estando herido, espero por más de 24 horas para poder ser evacuado del área porque no había transporte aéreo, en otras oportunidades se le ha visto al ministro invisibilizando la violencia que desata el terrorismo en Colombia, por ejemplo, ¨MinDefensa desmiente al general Henry Sanabria: el director de la Policía señaló al ELN de promover algunas invasiones, pero Iván Velásquez dice que no es cierto¨. 22 septiembre de 2022. ¨Asesinato de soldados no viola el cese al fuego, según el minDefensa¨ 23 febrero de 2023.
Según el Instructivo No. 009 que fija los lineamientos para el restablecimiento del orden en diferentes escenarios, se dejó sentado que “Prima el derecho a la manifestación pública por encima del derecho al buen nombre que se afecta con las expresiones ofensivas, chocantes, impactantes, indecentes, escandalosas o excéntricas. Por ello no debe haber reacción ante tales injurias o calumnias”.
Ahí se dejaron las bases para el trato indigno con la autoridad; la institucionalidad está gravemente herida, la humillación está servida, el respeto hacia el uniforme se ha perdido, y sigo sin encontrar una voz doliente dentro del actual gobierno nacional que conjure la espesa tormenta.
Cierro con esta frase de Winston Churchill, “El que se humilla para evitar la guerra, tendrá la humillación y tendrá también la guerra”.










