Un somero análisis respecto a lo que está ocurriendo en estos momentos en Colombia en lo atinente a la estabilidad económica, nos conduce a la fácil conclusión que se hace perentorio no permitir que la economía se desestabilice, como consecuencia de un fenómeno nunca visto en nuestro país, patentizado en una derecha culpando al actual Gobierno y una izquierda acusando a los ricos, que son los que en un momento dado producen beneficios a través de los impuestos que cancelan.
Con un dólar que cada día está más cerca de alcanzar los 5.000 pesos en Colombia, una divisa que desde ya ostenta una cotización jamás vista en nuestro país, mientras que la inflación se encuentra en niveles históricos; lo cual origina que la economía colombiana no pase por un buen momento por cuenta de factores internos y externos, que la mantienen en una preocupante inestabilidad.
Es importante que se concreten los mecanismos idóneos para facilitar el cumplimiento de una agenda que contenga una reforma tributaria viable, que responda a las necesidades sociales y económicas que garanticen un estable crecimiento económico de nuestro país, exentos de los reparos que se han venido observando por parte de diversos analistas, respecto a las diversas propuestas económicas del actual gobierno de Gustavo Petro, por lo que será menester que se tomen las medidas pertinentes que no estimulen la inflación, pero sí el crecimiento, como por ejemplo no detener la inversión en la explotación petrolera y gas, como lo ha venido esbozando el actual Gobierno desde los tiempos de su campaña presidencial y quien ha venido insistiendo en que no se firmarán nuevos contratos de exploración ni de explotación petrolera.
Fue tal el impacto que causó el anuncio de no firmar contratos para la exploración y explotación de hidrocarburos que el jefe de Estado se vio en la necesidad de corroborar, que sí se le dará continuidad a las contrataciones que ya existen, no obstante, se produjo una estela de dudas respecto a si habrá o no firmas de nuevos acuerdos.
No cabe duda que al presidente Gustavo Petro y a varios de sus inmediatos colaboradores les está faltando más seriedad en el sentido de convencerse que el Gobierno del “cambio total”, como ellos le denominan, se encontró con una crisis global en la que no son permitidas las improvisaciones, ni mucho menos desperdiciar las pocas posibilidades que mantienen en su sitio a la economía colombiana.
Preocupa sobremanera el aparecimiento de justificaciones facilistas de reconocer la existencia de enemigos gratuitos donde solo existen críticas, basadas en realidades que no admiten dudas de ninguna especie.
Si algo se evidencia en Colombia en estos momentos es la clara necesidad de un ambiente de estabilidad económica, lo cual se constituye en un requisito sine qua non, con la exclusiva finalidad que se puedan consolidar las reformas que se han venido anunciando por parte del Gobierno Nacional, ofrecimientos con los cuales obtuvieron el triunfo en el pasado debate presidencial, ahora con un mandatario que ha decidido continuar en una campaña de confrontación y estigmatización con la mitad del pueblo colombiano.
Queda en el ambiente el incremento del dólar que en los últimos días alcanzó un precio inédito, el que se presume seguirá incrementándose; son muchos los factores que se relacionan con este incremento, ya sea por la crisis internacional que se atraviesa y por la misma inflación en que nos encontramos.