Un sistema de salud caótico

La forma como se atiende a la gente en el sistema de salud sigue siendo tan caótica y despersonalizada que cuesta encontrar un directo responsable de tantas muertes en las puertas de los hospitales  especialmente en el servicio de urgencia.

El caos en el servicio de urgencia en los hospitales, centros de salud y en las clínicas privadas, solo se resolverá con un modelo de salud integral para la gente de escasos recursos económicos.

Al común de los pacientes le cuesta entender que en una sala de urgencias las personas tengan que pasar varias horas, cuando se supone que sus problemas de salud requieren atención inmediata.

Aquí está el primer problema: si en algo coinciden las Instituciones Prestadoras de Salud – I.P.S. es que en un altísimo porcentaje, los casos que ingresan a estos servicios, aunque son de cuidado, no revisten el carácter de urgencia para estas.

De ahí que la mayoría de hospitales clínicas y puestos de salud en Barranquilla, registren altos niveles de ocupación; lo preocupante es que los casos verdaderamente urgentes y vitales se diluyen entre los menos graves, que bien pudieran ser atendidos por otros canales del sistema de salud.
Y esa es la principal dificultad, cuando un usuario se siente enfermo, no encuentra solución por la vía ambulatoria, es decir, no logra que su E.P.S. le proporcione una consulta a tiempo, con un médico general que tenga la capacidad resolutiva suficiente; hoy estos profesionales tienen estrictas restricciones de toda índole que prácticamente les prohíbe  ordenar exámenes y formular medicamentos de los que llaman de altos costos, así sean los únicos que le sirven al paciente para aliviar sus males.

Suele ocurrir que acaben remitiendo un caso en teoría sencillo al especialista, cuyas citas cuando se las otorgan, siempre están para muchos meses después.
Los usuarios, que no tienen la capacidad para determinar la gravedad de su caso, no esperan y recurren a la puerta que legalmente siempre ha de estar abierta: la de las urgencias.
Eso explica el porqué de la congestión en estos servicios, lo cual es algo típico de la mayoría de los hospitales del país, a eso se suma otro factor, la hospitalización de pacientes que transgreden el carácter de dichos espacios, donde la atención debe ser ambulatoria. Muchos de estos ‘hospitalizados’ permanecen allí porque sus E.P.S., que también carecen de una red de servicios suficiente, no tienen a dónde remitirlos.
Lo más indignante es que ante semejante panorama, que no es nuevo ni desconocido para las autoridades de salud y para las E.P.S., tengan los pacientes que dar las gracias porque los atienden luego de tres o cuatro horas de espera. En medio de este caos, hay hospitales y clínicas que violando las normas sobre la obligatoriedad de la prestación de urgencias, les cierran las puertas en la cara a los pacientes –enfermos graves o no–. El criterio con que lo hacen también es ilegal, además de inhumano, y es la carencia de contratos de las EPS con los hospitales.
Lo cierto es que esto no se resolverá con investigaciones, ni con declaraciones airadas, ni con anuncios grandilocuentes.

Por desgracia, para los miles de colombianos obligados a padecer dicho calvario, este continuará mientras el país carezca de un modelo de atención integral para la gente, que existan instituciones que cumplan con su deber y con la ley, y de autoridades capaces de poner en cintura este desorden, tan viejo como el sistema mismo.