La Asociación Colombiana de Ingeniería Química Capítulo Atlántico, Aciqca, y la Sociedad de Ingenieros del Atlántico, SIA, expresaron su opinión sobre la reiterativa situación de riesgo de inundación en el sur del Atlántico y en general en los municipios de la ribera del río Magdalena.
Los gremios precisan que hay mucha improvisación y poca planificación para evitar que cada año se prendan las alarmas.
“La práctica de la acción-reacción (o inmediatez), con medidas preventivas, improvisadas (sacos de arenas), cuando son evidentes y cíclicas las olas de emergencias o urgencias manifiestas, constituye una respuesta de conducta tardía del Estado”, dice Osvaldo Del Castillo Torres, presidente de Aciqca.
La Asociación asegura que el ecosistema principal de la Nación, que es la cuenca del río grande de la Magdalena, no cuenta con un verdadero plan de ordenamiento territorial, en donde se identifiquen los suelos vulnerables o erosionables, niveles de desbordamiento de diques de protección, usos agrícolas asociados a las condiciones agrológicas, reubicación de desarrollos urbanos, contaminación antrópica, multitemporalidad de los efectos del cambio climático, entre otros.
Precisa que para ordenar la cuenca se hace necesario una investigación científica de expertos, que puedan correr modelos matemáticos, que sirvan de método predictivo, para el análisis de riesgos, determinación de pérdida del suelo por erosión hídrica, aporte de sedimentos y su transporte, impactos de la deforestación, a fin de controlar la vulnerabilidad de los ecosistemas y pueblos cercanos a los ríos.
“De esta manera podríamos también calcular con antelación, los incrementos de caudales, efectos de velocidades de flujo, profundidades, puntos de erosión, de desbordamiento, disposición de sedimentos, combinación de variables, obras hidráulicas y caudales de las proyecciones de cambio climático”, precisa Del Castillo Torres, añadiendo que por lo pronto urgen obras de dragado selectivo, para mitigar los altos niveles de las cotas, en zonas críticas del Río Magdalena y del Canal del Dique que los habitantes reclaman con prontitud.
“Abandonemos la improvisación y dediquémonos a la planeación prospectiva para procurar el desarrollo sostenible y amigable con el ambiente”, anota.
Medidas integrales
La Sociedad de Ingenieros del Atlántico, coincide en que no existe una planificación integral, no existe un gran modelo del río Magdalena, que las poblaciones ribereñas tratan de defenderse de los altos niveles, año tras año, con muy poco presupuesto.
“No podemos mirar solamente el departamento del Atlántico sino tenemos que mirar al río Magdalena en su función integral. Vemos que desde la Mojana hasta la desembocadura las poblaciones han venido rogando para que los niveles del río desciendan. Existe la percepción de alivio en el Departamento, cuando aguas arriba se rompe un dique ya bien sea en Tenerife, en Sitionuevo, o en la propia Mojana, y el caudal del río Magdalena se amortigua. Pero al final no se puede celebrar que se baje el riesgo en unas poblaciones a costas de la inundación de otras”, afirma Néstor Escorcia Redondo, presidente de la SIA.
Anota que cuando se combinan dos factores externos como son una temporada de lluvia inusual y la improvisación junto con la falta de planificación integral de obras, se tiene como consecuencia las alertas anuales de riesgo de inundación para estas poblaciones.
Por eso la entidad afirma que se requieren medidas integrales en cuanto a la concepción hidráulica, geológica, física, cultural, ambiental, biótica, y navegable de este río, desde su nacimiento hasta su desembocadura.
“Se requiere entender claramente que lo que sucede aguas arriba, repercute aguas abajo. Se requiere una planificación integral que respete las zonas de amortiguación, que evite la deforestación de orillas, que organice las zonas portuarias, y que permita conocer la verdadera influencia en todos estos temas, cuando se realicen estructuras que modifiquen el cauce del río”, sostiene Escorcia.
Añade que se requiere también manejar integralmente al Río Magdalena desde el nivel institucional realizando una gran planificación de este cuerpo de agua. Otorgando responsabilidades concretas a los grandes y pequeños actores, y que estas responsabilidades no sean aisladas las unas de las otras. De no ser así, dice, cada año se encenderán muchas alertas, tales como las que están encendidas en este momento.











