[Editorial] Unidos contra la inseguridad

No es que se quiera desconocer el significativo avance que han tenido las medidas adoptadas al amparo de la política de seguridad de la administración distrital con el alcalde Jaime Pumarejo a la cabeza, no es eso; al contrario, en LA LIBERTAD hemos destacado de manera abierta y en muchas oportunidades el gran alivio que estas decisiones de la Alcaldía y la Policía Metropolitana le han dado a la comunidad.

Pero algo está faltando para lograr que Barranquilla sea la ciudad con mayor seguridad y donde se viva más tranquilamente en Colombia, si bien eso suena como una utopía, nuestras autoridades deben hacerse el firme propósito de alcanzar metas a través de mecanismos más contundentes que reduzcan considerablemente las cifras de homicidios que a diario destacamos en nuestras páginas.  

Es evidente que se debe revisar y si es posible replantear el modo como opera nuestra fuerza pública, si después de tantos años de la existencia de los llamados CAI, de patrullajes en motocicletas y en radiopatrullas, de la instalación de cámaras de seguridad, el Policía del cuadrante y de apelar al pago de recompensas a informantes, algo que ha mostrado efectos importantes, es necesaria una estrategia que sin dejar de lado lo anterior, comprometa más a la sociedad en la disminución de la criminalidad.

Deberán existir hechos claros como resultados de cuidadosos estudios de comportamientos en distintas áreas, como por ejemplo: en qué lugares se registran más riñas, cuál es el origen de estas, cuántas muertes se producen, cuántos lesionados se reportan diariamente, quiénes las promueven, el tipo de arma que utilizan los delincuentes, si los protagonistas actúan en estado de acaloramiento o por efectos de estupefacientes, la edad más frecuente de las víctimas y los victimarios, si son de nacionalidad extranjera, es decir una serie de puntos claves que pueden servir para la búsqueda de una salida más adecuada a esta problemática que se traducen en inseguridad.

Es urgente que nuestras autoridades se hagan el firme propósito de alcanzar unas metas que sin llegar a cero homicidios, –que sería lo ideal–, al menos planteen disminuciones drásticas y se lleven las cifras  a su mínima expresión, es necesario que se concreten  mecanismos efectivos y creíbles, no solo en cuanto al manejo de las estadísticas, entendida esta como el reporte de los casos de asesinatos, muertes en accidentes de tránsito, lesiones personales, atracos, secuestros y capturas por distintos hechos delictivos, sino en lo relacionado con la efectividad de los planes para reducir en forma considerable la criminalidad en Barranquilla.

Sin embargo, la apuesta gubernamental ha sido la de mejorar las cifras, lo que supone una acción más decidida de la Fuerza Pública, con todas las herramientas de que dispone para reducir aún más los casos de asesinatos y hurtos de todo tipo, tanto en esta capital como en el resto del área metropolitana.


Nos encontramos igualmente ante la necesidad de reformar la aplicación de justicia, porque con el sistema penal acusatorio, muchos de los delincuentes capturados siguen quedando en libertad, a pesar que muchos de ellos presentan antecedentes penales

Los habitantes de algunos barrios de Barranquilla, guardan silencio por temor, aunque conocen sobre la existencia de bandas dedicadas al atraco en esos sectores, precisamente porque algunos son capturados pero dejados en libertad al cabo de unas horas.

Por esta razón la Policía debe evitar que situaciones como estas sigan pelechando y en la administración de justicia siga creciendo el prontuario de estos delincuentes hasta cuando ya sea demasiado tarde.