Por: P. Santino Sacramento Vitola, cjm.
Hace poco una persona que nunca había visto en mi vida me preguntó de una forma frentera que si yo era de derecha o era de izquierda. Inmediatamente imaginé que ella se refería casi que exclusivamente al polarizado tema político actual y tal vez quería saber por quién yo iba a votar en las próximas elecciones presidenciales de mi país. Le respondí casi sin pensar que yo tenía dos manos, una izquierda y otra derecha, que las dos formaban parte de mi cuerpo y que por cuestiones de comodidad o de costumbre yo hacía algunas cosas con la mano derecha y otras cosas con la izquierda. También le dije que tenía dos ojos, dos orejas, dos piernas y dos otras cosas y que todo eso hacía parte de lo que yo era y me ayudaba a vivir y a enfrentar el mundo de una manera conveniente.
A la persona le pareció curiosa mi respuesta, me dijo gracias y se fue. Yo me quedé pensando en lo que había pasado y mentalmente critiqué un sistema de cosas que hace que pueblos, culturas y sociedades nos estigmaticen y nos ubiquen en uno de los muchos lados que tiene la vida. El dualismo platónico quedó superado desde hace siglos cuando los pensadores del mundo entendieron que la realidad exigía una visión amplia, integral y holística. Es claro que en esta historia que todavía funciona con la limitada geometría de Euclides nada es totalmente bueno y nada es totalmente malo; nada es totalmente bonito y nada es totalmente feo, nada es totalmente verdadero y nada es totalmente falso. Lo bueno, lo bello y lo verdadero está diseminado en el mundo, se encuentra en todos lados: arriba, abajo, en el sur y en el norte, en el día y la noche, en la derecha y la izquierda. Los que creemos que este mundo fue hecho por Alguien superior, también sabemos que ese Alguien distribuyó muy bien las cosas y no dejó todo en un solo lado, en un solo continente, en una sola cabeza, en un solo mar. La realidad es mucho más compleja que la simple ecuación que concluye que si no estás conmigo estás contra mí, si no eres del Junior eres del américa, si no eres católico eres evangélico, si no estás con el costeño estás con el santandereano.
Yo pienso que la gente debe utilizar su capacidad de discernimiento para elegir lo que debe hacer, lo que debe hablar, lo que debe creer. La libertad es una realidad constituye a la persona humana porque hace parte de su esencia profunda. Nadie debería dejarse encasillar por visiones políticas, religiosas e ideológicas. Lo que creemos bueno, bello y verdadero debe ser defendido, ofrecido y promovido esté en el lado que esté. En este sentido nuestras elecciones nunca pueden pretender abarcarlo todo, siempre queda algo afuera; ellas, las nuestras, deben hacerse sabiendo que los otros también tienen todo el derecho a hacer las suyas. Y aunque las elecciones de los demás sean contrarias a las nuestras nunca nos podremos sentir con el derecho de juzgar y señalar a quienes de una forma libre y consciente pensaron y escogieron diferente.