Con el objetivo de recordar la relevancia de este líquido esencial, cada 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, fecha que fue proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1992. Ese año se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. De allí surgió la propuesta, siendo 1993 el primer año de celebración.
El agua es un recurso natural compuesto por moléculas de hidrógeno y oxígeno, que es indispensable para la vida. Es un bien considerado como el oro líquido del planeta y que hace posible que todas las especies terrestres continúen creciendo y desarrollándose cada día.
Este elemento es un derecho fundamental para la preservación de la vida, en todas sus formas. Considerada como un derecho humano, este valioso e indispensable recurso natural no llega de forma segura a un gran número de personas en distintos países, sobre todo a los más pobres, donde el agua potable no es accesible.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, ONU, “si bien se ha logrado un progreso sustancial en el aumento del acceso al agua potable y al saneamiento, miles de millones de personas, en su mayoría en áreas rurales, aún carecen de estos servicios básicos. En todo el mundo, 1 de cada 3 personas no tiene acceso a agua potable segura, 2 de cada 5 personas no tienen instalaciones básicas para lavarse las manos con agua y jabón, y más de 673 millones de personas aún practican la defecación al aire libre”.

Un déficit del 40 por ciento en los recursos de agua dulce para 2030, junto con una población mundial en aumento, según las estimaciones actuales, hace que el mundo se dirija hacia una crisis global del agua. Teniendo en cuenta lo anterior, es importante señalar que “la falta de agua limpia y saneamiento, y la prevención y control inadecuados de las infecciones fomentan la propagación de microbios, algunos de los cuales pueden ser resistentes a los tratamientos con antimicrobianos” así lo asegura, la Organización Mundial de la Salud, OMS. Para el doctor Carlos Pérez, médico especialista en infectología, jefe de la unidad de infectología de la Clínica de Marly y jefe de la unidad de infectología del Hospital Universitario La Samaritana, “la calidad del agua es fundamental para evitar enfermedades infecciosas, el agua contaminada por desechos orgánicos puede traer bacterias patógenas en los seres humanos. Como es sabido, las bacterias son seres en permanente evolución y se ha documentado con el tiempo la disminución de la susceptibilidad a los antibióticos actuales”.
La pandemia por Covid-19 ha demostrado la importancia crítica del saneamiento, la higiene y el acceso adecuado a agua limpia para prevenir y contener enfermedades. La ONU, determina que, 1 de cada 4 establecimientos de salud en el mundo carece de servicios básicos de agua, miles de millones de personas aún carecen de saneamiento de agua potable y la financiación es inadecuada.
El doctor Pérez, agrega que, son varias las estrategias que pueden ayudar a mitigar el problema de la RAM, inicialmente, una educación a la comunidad médica y no médica acerca de esta problemática global. De igual forma, disminuir el uso de los antimicrobianos usados sin prescripción, hacer controles gubernamentales y políticas de uso adecuado de antimicrobianos en el ambiente hospitalario y comunitario.
Vale la pena tener siempre en cuenta que el agua potable permite disminuir la incidencia de infecciones gastrointestinales y, por ende, disminuir la aparición de bacterias resistentes; asimismo, el adecuado y correcto lavado de manos antes y después de preparar los alimentos y servicios sanitarios, si estas prácticas se llevan a cabo como una rutina diaria, disminuirán las infecciones y el uso de los antibióticos.