Gloria Peña: la mujer que vive, siente y comparte la esencia de la danza

Cumplió 60 años de trayectoria y espera “bailar hasta el último día de su vida”.

Por: Valeria Tuiran Contreras
Redacción Sociales

Hablar de Gloria Peña es referirse a tambores, danzas y al Carnaval que por tantos años han caracterizado a la ciudad de Barranquilla, misma en la que se inmortalizó su gran nombre gracias a todos y cada uno de los aportes culturales que ha realizado de la mano a lo que mejor sabe hacer: enseñar y bailar.

Su trayectoria encierra una admirable historia. En exclusiva con Diario LA LIBERTAD, la barranquillera recordó sus primeros pasos. Y es que aunque parezca confuso, inicialmente no le gustaba el baile, quería ser periodista o abogada; sin embargo, su hermana mayor Graciela ‘Gacho’ Peña, a quien considera “su maestra”, la guió desde muy pequeña y le enseñó este arte que con el pasar del tiempo se volvió su propio estilo de vida, por lo que se motivó a descartar otras opciones.

La Academia, la cual fue fundada por ‘Gacho’, en 1951, tuvo su primera ubicación en el club de tenis del Viejo Prado. Luego de 10 años y por motivación de sus padres, Gloria decidió unirse a esta misión artística sin imaginar que el más grande de sus retos se avecinaría poco tiempo después tras el traslado de su hermana a otro país.

“Mi trayectoria comenzó cuando apenas era una niña, podía tener 13 años. Después que salía del colegio Gacho me pedía que la ayudara con estudiantes pequeñas que eran casi de mi edad. Mi tarea en el lugar era ubicarlas, ponerlas en fila y ese tipo de labores sencillas”, contó Peña. Sin embargo, recuerda que “mi hermana tuvo que irse a especializar a España y fue cuando me dejó al frente de la Academia con mi mamá y me dediqué a ser coreógrafa. En ese tiempo pasamos de tener 200 estudiantes, a tener solo 100 y la razón era muy sencilla, no creían en mí y en lo que podía lograr”.

A partir de ese momento su mayor desafío y objetivo fue trabajar en demostrarle a Barranquilla sus capacidades, lo que podía alcanzar como coreógrafa y sobre todo, convertirse en ese alguien que realmente viviera, sintiera y compartiera la esencia real de la danza, “con respeto”.

Uno de sus primeros retos fue la participación en el Primer Concurso Mundial de Ballet Clásico que tuvo sede en Río de Janeiro, al que asistió en representación de Colombia y considera una de las experiencia más significativas de su vida. Por otra parte, su momento cumbre en la historia de Barranquilla y de su trayectoria artística fue su llegada a la Unesco junto a los hacedores del Carnaval de Barranquilla el 7 de noviembre de 2003, para la declaratoria de la fiesta como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.

Con 60 años de trayectoria artística fue en distintas ocasiones la encargada de dirigir las coreografías y preparar a soberanas de Carnaval para sus presentaciones ante los barranquilleros; entre esas destaca los nombres de Silvana González, María Cecilia Donado, Patricia Abello, Mireya Caballero y Angie de la Cruz, a quienes tiene retratadas en las paredes de su estudio.

Asimismo, su academia de danza fue la casa de formación de muchas jóvenes que hoy en día representan en gran manera esta fiesta cultural. Tal es el caso de la actual reina del Carnaval de Barranquilla, Valeria Charris Salcedo.

“Muchas veces me dijeron que nadie era profeta en su tierra. Me ofrecieron irme de mi ciudad a Bogotá, pero mi respuesta siempre fue un ‘no’. Hoy con 60 años de trayectoria puedo decir que sí fui profeta y que sí construí un legado que quedará guardado en los corazones de mis barranquilleros”.

El ballet clásico: su mayor fuerte

Aunque es una abanderada del folclor colombiano, indicó que su género favorito continúa siendo el ballet clásico, ya que marcó su vida artística desde muy pequeña y considera que practicarlo con seguridad y profesionalismo la condujo hasta donde está el día de hoy.

“La danza clásica marcó mi vida. El ballet es elegancia, nos permite estilizarnos y creo que quien puede bailar este género es capaz de bailar danza contemporánea, moderna y folclórica”, dice.

Para Gloria Peña aún es costumbre recoger su cabello, dirigirse a uno de sus salones y dedicarse a sentir el espíritu de la danza mientras eleva sus manos y dirige a sus estudiantes; así como lo hizo durante esta entrevista. “Aún bailo, vivo enamorada del baile y disfruto enseñarle a quienes tienen la disposición de aprender. Y sí, me gusta mucho mi ballet clásico, pero también me considero la reina del merecumbé, amo mi mapalé y todo lo que encierra el folclor colombiano”.

Como coreógrafa apasionada por el baile resalta que el “mayor consejo que puedo compartir con los jóvenes dispuestos a incursionar en este mundo, es que se permitan forjar su disciplina. Considero que esta es la clave del éxito en la industria y mis años de experiencia me lo han confirmado. Y no solo en el baile, sino también en todo aquello que queramos desarrollar”.

Inmortalizada en la memoria barranquillera y sus letras

El respeto artístico que se ha ganado con el pasar de los años se ven reflejado en los distintos reconocimientos que le han sido otorgados. Entre esos la canción de Adolfo Echeverría, que además de llevar su nombre, la inmortaliza como uno de los personajes mas significativos de la historia de la cultura barranquillera.

“He sido respetada, porque a eso me he dedicado en mi cotidianidad. He respetado la danza, a mis colegas y a mis alumnas. Lo que soy me lo he ganado y agradezco el respeto que tiene Barranquilla hacia mí. La canción de mi querido Adolfo Echeverría no fue comprada, fue salida de su corazón y porque él consideró que la merecía, y de eso se trata la vida”.

Vale la pena destacar que además de dedicarse actualmente a su academia, también escribe las últimas páginas de su libro biográfico ‘La vida de Gloria Peña’, que espera lanzar el presente año.

De manera contundente, Gloria Peña afirma que seguirá bailando y enseñando hasta el último día de su vida, además de seguirle inculcando a las nuevas generaciones el amor y el respeto con el que se debe hacerle frente a esta profesión que le permitió vivir sus mejores años.